T w e n t y s e v e n

19.9K 2.1K 615
                                    

≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪

Fue difícil mas no imposible ocultar su emoción a su madre durante la cena. Tras ello y ver televisión por un rato con su compañía, le brindó un beso de buenas noches subiendo con fingida tranquilidad, aunque por dentro se hallaba dando piruetas de alegría al saber que Jasper iría a verla.

Antes de que llegase, se tomó un momento para cepillarse el pelo y lavarse el rostro. Le hubiese gustado ponerse una mascarilla, sin embargo, sí se moría de sueño.

Observó su reflejo durante un rato mientras terminaba de alistarse para descansar, además de para hacer tiempo esperándolo, aunque pronto terminó cuestionándose por qué no se veía del todo diferente y al mismo tiempo, había muchísimo nuevo en sí misma.

No sabía el qué, simplemente se sentía así; era de lo más extraño y no le prestó atención antes pero ahora que lo hacía, le sacaba de balance. Su piel lucía limpia, fresca y demasiado juvenil, lo cual era normal hasta cierto punto mas no cuando creyó que en realidad ni siquiera aparentaba sus dieciocho años, casi que podía asegurar que lucía exactamente igual a cuando llegó a Forks, cuando recién cumplió sus dieciséis años.

¿Qué cara...?

Los toquecitos al cristal de su ventana la hicieron interrumpir su ensoñación. Sonrió emocionada lanzándose con velocidad a abrir las cortinas, encontrándose con el rubio que la traía embobada sonriendo mientras se sostenía del marco, agarrándose con firmeza quién sabe con qué.

—Romeo, Romeo, ¡al fin te veo! —Canturreó dramática tras mover el cristal, haciéndolo reír— te vas a caer, ¿estás loco?

Lo ayudó a ingresar, algo asustada del ruido que hacían. Si su madre los escuchaba, no sabría cómo explicar el hecho de que un chico estuviese en su habitación, a esa hora.

—Buenas noches —saludó con cortesía, besándole las manos con dulzura tras recomponerse. Era sencillo comportarse así con Andromeda, cuando junto a ella las cosas se eclipsaban tanto que no existía en el mundo nadie más que ellos dos— te ves preciosa.

—Por supuesto, siempre luzco así —alardeó coqueta, permitiéndose rodearle los hombros con sus brazos, forzándolo a agacharse al ser tan bajita. Que él fuese gigante le encantaba y ni hablar de lo mucho que le gustaba que sus inmensas manos sujetaran su cintura, tratando de acortar la distancia mientras se reía embelesado con esa seguridad que ella desbordaba— lamento informarte que tengo muchísimo sueño. Quería conversar contigo un ratito.

—Puedo quedarme a solo verte dormir —dijo con total naturalidad, siguiéndole ese leve balanceo que ella comenzó a hacer.

—Bien, caballero. Solo porque me tiene toda loquita por usted le permitiré hacerlo —habló con picardía, robándole una risita, encantada y embobada gracias a la confesión, aunque prácticamente, ella ya había aceptado que estaba enamorada de él en varias ocasiones.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora