S i x t y s e v e n

11.9K 1.4K 251
                                    

≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪

No existía nada en el mundo que a Andromeda le pareciera más mágica que la propia magia, que el arte.

El arte tenía el poder de destilar emociones, de causarlas y compartirlas, de removerlas, de transformarlas. Poseía un don inigualable, algo que le resultaba tan sorprendente como inverosímil porque, ¿cómo podía ser posible que tuviera esa clase de habilidad?

Cada lienzo, melodía o escrito era capaz de enviarte a un mundo diferente, lejano, surrealista. Resultaba una expresión fascinante, creado de la mano de una perspectiva diferente, una visión que permitía mirar con ilusión cada detalle... o en su defecto, desdén.

Estar allí se sentía similar. Era una revolución conflictiva generándose por todas partes, una revuelta entre la tristeza y la plenitud.

El reluciente cielo del atardecer se extendió frente a ella. El inmenso mundo adelante se extendía a kilómetros y kilómetros de distancia en unos bellos matices naranjas, amarillos y azules, cálidos y sublimes, envolviéndola sublime con su ambiente pacifico, podía compararlo a un cielo que verías solo en el Edén.

Tal vez, allí se encontraba.

Ese lugar era el mundo que verías solo dentro de un sueño, tan enigmático y vibrante, que la hizo creer que sería capaz de lograrse ver únicamente por medio de la imaginación. Se preguntó si acaso se encontraba dentro de una de las piezas de Van Gogh o de Monet, un paisaje así de colorido, de emotivo, solo podía ser obra de ellos.

No sabía qué era, pero le generaba cosquillas en la nariz; tal vez era el polen de las flores que la rodeaban, que expelían una fresca y deliciosa fragancia que la embargó con una dulzura inmensa. Le recordaban a su hogar.

Sonrió embobada, girándose sobre sus propios pies para admirarlo todo. Una maravillosa brisa le acariciaba la piel y le sacudía el pelo, era tan delicado que le hubiese gustado quedarse allí solo para seguir disfrutando de ello.

La paz y tranquilidad la abrazaban con suavidad, creándole una sensación que le parecía magnifica. No existía preocupación alguna en lo absoluto, apenas y podía recordar el estrés; se dijo que, en ese instante ella era libre y que esa tan rara emoción que le colmaba el pecho era serenidad.

Volvió a sonreír, plena y ligera.

Le hubiera encantado ser capaz de poseer la oportunidad de pintar ese paisaje a detalle, cada una de esas bellas líneas que encontró, cada luz y destello que la embelesaron, tratando de darle justicia a la belleza que sus ojos tuvieron el honor de poder ver con tanto gusto.

Las flores se mecieron a su alrededor al son de una fresca y delicada brisa. El petricor le invadió junto a todo el resto de las fragancias y le dijo de alguna forma, que no se asustara, que se encontraba a salvo.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora