𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
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Por la mañana, levantarse temprano para ir a la escuela fue una tortura que apostaba ningún adolescente debía sufrir. A pesar de hallarse adormilada, eso no fue impedimento para despilfarrar improperios en contra de su sistema educativo, sabiendo que su madre no estaba para reñirla.
En parte eso no le gustaba, la soledad en una casa tan grande y vieja. No escuchar a su mamá haciendo el desayuno le acongojó cosa que trató de evadir, sin embargo, extrañó el rico olor de la mantequilla derretida o de la masa para panqueques que no estuvo ese día en la cocina, ni tampoco la voz de la mayor cantando desafinada a las Spice Girls. Aún así, lo que más le dolió fue en realidad que su figura no estuviese para acompañarla.
Debía acostumbrarse. Era por su propio bien.
Tras alistarse lo más veloz que pudo para no estar tanto sola, saludó como era habitual a Francis que resonó con esplendor al quitarle el seguro. La chiflaba, sentía que ese era como un amable «¡hola!» viniendo de su parte.
Debía cambiarle las llantas, y es que, aunque era habitual que en Forks siempre estuviese frío, esos días estaba particularmente congelado el condado, con pequeñas nevadas que hacían que el suelo estuviese resbaladizo por el agua encharcada que se volvía hielo.
Al llegar a la escuela, notó el Volvo y el Jeep de los Cullen estacionados en el aparcamiento reservado para ellos. Algo dentro de ella saltó con emoción, sin embargo, mantuvo a raya aquellas sensaciones e incluso se tomó un respiro antes de bajar, diciéndose que debía actuar normal, tan normal que le fuese posible. Un poquito de disimulo de que le emocionaba saber que se encontraban bien no le vendría mal a nadie.
Colgó a su espalda su mochila, colocó el seguro y tras despedirse de su vehículo, caminó cuidadosa por el asfalto lleno de hielo. Se arrepintió tanto de llevar tacones en lugar de sus botines con plataforma de goma.
Aunque eso no le quitaba lo genial que se veía.
Fue difícil avanzar pero no imposible. Saludó a lo lejos a Tyler, Eric y a Mike, que estaban recargados en la camioneta del primero charlando. Le parecía extraño no encontrar a Angela con ellos, aunque pronto la divisó junto a Jessica en el medio de una acalorada discusión cerca de la entrada de la escuela.
Caminó veloz sin dejar de ser cuidadosa, tratando de evitar ser vista por el par de chicas, suponiendo que no era nada bueno, pero no pudo salvarse.
—Andromeda, ven —pidió Jessica al divisarla. Llevaba los ojos hinchados enrojecidos... y la nariz... y los labios. No supo si era por el frío o por llanto, mas bien podría ser quizá algo de ambos—. Sabes la razón porque terminamos Mike y yo...
—¡Ah no! ¡A mí ni me metan! —De inmediato vociferó, deseosa de huir—. Yo no sé nada de eso —aclaró. De hecho, le fue sorprendente que Jess no replicara ni nada, solo asintió, con tristeza.