𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪
No negaría que volver sola a casa le resultó una tortura. Le habría gustado por supuesto tener la compañía de Jasper, sin embargo, era algo que necesitaba hacer por su cuenta. Además, solo iría por más ropa y material para dibujar después de haberse acabado el que había llevado al hogar de los Cullen para entretenerse.
Aún les faltaba un sofá y en el comedor se encontraba la pila de libros que dejó olvidados después de haber creído ingenuamente que volverían en la misma tarde. Llevaba días lejos de aquella cálida cabaña y la ausencia de esa vivienda le afectó más de lo que ella misma llegó a considerar. Sus paredes le brindaron calor apenas se internó en ellas, lo que le generó un sentimiento de plenitud que la hizo relajarse y se respiraba un rico aroma a flores y amaderado que le llenó los pulmones de su suave confort.
Las fotos no la ayudaron en nada a disipar el acongojar. Se apresuró a meterse en el guardarropa, donde terminó maldiciéndose al ver sus prendas ordenadas junto a las de él, al igual que todas esas cosas que hacían del espacio algo suyo, que los conectaban con una sutileza que le resultaba sagrada, tan natural que darse cuenta de lo mucho que lo extrañaba le dio el golpe de realidad que necesitaba.
No podía seguir así.
Santo cielo, ¿por qué aún no arreglaban las cosas?
Estaban casados. Habían contraído nupcias y si era honesta, no lo terminaba de asimilar. Apenas y tenía diecinueve años, a pocos días de cumplir los veinte y ya se hallaba unida en matrimonio. Por supuesto que no se arrepentía de nada, pero seguía sin estar del todo consciente del peso que eso conllevaba, sobre todo considerando el hecho de que ocurrió de un día para el otro y después le siguió el caos con respecto a Irina, el heredero de Merlín y los aquelarres.
Le iba a dar dolor de cabeza, lo apostaba, casi era capaz de asegurarlo.
La noche anterior, Jazz la había abrazado mientras dormía y sabía que así fue porque no hubo pesadilla alguna que pudiese aterrorizarla. Encontrarse entre sus brazos era su lugar seguro y su colonia fue una increíble fragancia que la hizo dormir con absoluta tranquilidad. Si a eso añadía el hecho de que su tacto le había dejado la piel y todo su ser ansioso por más, solo terminaron por convencerla de que no podían seguir de esa manera, por lo que su pasada discusión ya le parecía una tontería comparada a la larga travesía que tuvieron que atravesar para estar juntos.
En una maleta colocó un par de pijamas viejas y algunos vestidos limpios, así como ropa interior y camisas y pantalones para él. En una mochila acomodó algunas libretas, colores y lápices, así como acuarelas y un par de libros.
Se quedó pensativa en el estudio de Jazz, cuestionándose si sería correcto llevarle algo de allí. En el escritorio se encontraban acomodados diversos documentos que se encontraba estudiando, lo sabía porque se los había explicado antes de que se quedaran con los Cullen, así como unos libros de leyendas artúricas, porque seguía investigando y aprendiendo sobre ella y su mundo para entenderlo y ayudarla a comprenderse a sí misma un poquito más.