S i x t y n i n e

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Se sintió extraña, lo cual no le era tampoco un sentimiento tan raro, sin embargo, era una especie de sensación que era bastante diferente a la que la solía embargar en el pasado. Tal vez era porque sabía que sería temporal, mas no quitaba el hecho de que cuando escuchó el último llamado por las bocinas del lugar se removiese inquieta.

Apretó los labios para contenerse un poquito, comprendiendo lo que aquello significaba y en lo cual no podría interponerse en lo absoluto.

Gavril sonrió con tristeza a su lado, notando su expresión compungida. Rayos, extrañaría tanto a la pequeña hada.

—Volveré para las navidades. No sé porque estás tan triste —recordó y comentó intentando sacarle hierro al asunto, aunque no funcionó. Athenas se rio con vergüenza, cuestionándose si acaso ahora le robó el don de leer mentes a Edward Cullen como para que supiese lo que ocurría en la suya.

—Sabes que me vas a hacer falta —susurró con inseguridad, causando que el cobrizo solo sonriera más— ¿a quién se supone que molestaré ahora?

—Creí que para eso tenías a Jasper —jugueteó con picardía, robándole una risa llena de nervio. Le abochornaba cuando lo mencionaba, porque le era increíble el hecho de que las cosas en su vida volvieran a verse un poco más equilibradas después de la maravillosa y peculiar experiencia espiritual tras todo lo pasado hace apenas un par de semanas.

Los dos avanzaron en dirección del túnel que conduciría al pelirrojo a su nuevo destino. No mentiría, eso de tener a todos sus amigos lejos le causaba angustia, temor a perder esas amistades a pesar de haber prometido verse cada verano. Que el californiano también dejara Forks le era preocupante.

—Gavs, voy a extrañarte, en serio —soltó con sinceridad cuando se hallaron en la entrada donde cada uno de los pasajeros avanzó. El muchacho la abrazó entonces, estrujándola con firmeza contra su cuerpo.

Cuanto la quería.

—Recuerda que no hay nada que no haría por ti, Andromeda Athenas. Pasamos malos ratos en ocasiones, pero ¡hey, las risas no faltaron! —Canturreó divertido al apartarse de ella, que asintió enérgica en tanto se limpiaba las pequeñas lagrimitas que escurrían por sus ojos.

La encargada del abordaje al avión los miró a ambos con paciencia y una amable sonrisa antes de indicar que debía apresurarse el chico. Los dos afirmaron y se miraron con cortesía, antes de echarse a reír.

Era hora.

Lo abrazó una última vez, deseando que no se marchara, pero debía apoyarlo, como él siempre había hecho. Era el mejor amigo que alguien pudiese tener. No se merecía la amistad de alguien como lo era Gavril Reecee.

—¡Dile a Jasper que si te hace algo volveré y no será para jugar videojuegos! —Exclamó divertido mientras le alejaba por el largo pasillo.

—¡Lo haré!

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora