𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
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Tras comer solitaria en casa, intentó hacer tarea. La verdad es que se hallaba muy ansiosa, porque no tenía ni la menor idea de qué esperar y al mismo tiempo, era como si lo supiese con exactitud. Puso el televisor para ver algo de caricaturas, sabiendo bien a qué hora transmitían Winx Club. Cantó las transformaciones mientras escribía o dibujaba, ensimismada en comportarse normal o al menos no morir presa de los nervios.
—¿Qué haces? —Curioseó Jasper ingresando a la estancia, asustándola.
—Te pondré una campanita para escucharte entrar —advirtió desde su posición con una sonrisa— pero en serio, pudiste haber tocado el timbre y entrar como una persona normal.
—¿Quieres que lo haga? —Indagó, dispuesto a hacerlo.
Si no fuera por el hecho de que le gustaba que se moviese con libertad en la comodidad de su casa y que le gustaba la idea de tener su compañía, se hubiese puesto a protestar.
—Lo dejaré pasar en esta ocasión porque sé que no eres precisamente normal —jugueteó, a lo que él sonrió encantado con eso. Le confortaba que se tomara con tan buen humor su condición; le llenaba de alivio y era como si un montón de preocupaciones se fueran con eso— ¿ya hiciste la tarea?
—Puedo hacerla por la noche —respondió, acomodándose en el sofá junto a ella. Andromeda tuvo que girarse para no darle la espalda, en verdad emocionada con su visita— tengo mucho tiempo libre.
—¿Acaso no duermes? —Curioseó intrigada, tomándole la mano con confianza. Él asintió, queriendo darles un ligero apretón a sus dedos con cariño, pero aún temía con la idea de terminar haciéndole daño— ¿qué haces por las noches?
—Estudiar —contestó alegre.
No se esperaba que eso fuese a dar pie a toda una conversación sobre carreras universitarias, pero le resultó fascinante escucharlo hablar al respecto de las especialidades y el montonal de conocimientos que su familia y él tenían. Era listísimo. Lo escuchó atenta mientras hacía sus labores, haciendo preguntas ocasionales, encantada cuando comenzó a hablarle sobre su reciente interés en la astronomía, porque quería comprender el choque de las galaxias y las magnificas cosas que el universo podía hacer.
Cosas como la futura Lactómeda.
—Yo no sabría qué hacer con tanto tiempo libre. Quizá cuidaría de mi jardín o pintaría mucho —añadió como comentario, haciéndolo sonreír.
—¿Puedo ver tu jardín? —Preguntó mostrando un interés con el que la hizo echarse a reír.
—¡Claro que sí! —Afirmó encantada— te hubiera llevado a rastras un día de estos de todas formas. ¡La iniciativa me gusta!
Para el rubio verla tan emocionada fue cosa de otro mundo. Se veía radiante y feliz, confirmarlo con sus dones fue una faena de lo más hermosa que le llenó de dicha su existencia. No sabría cómo llamarlo, ¿vida? ¿Alma acaso? Solo podía confirmar, que su sistema gozó de ser su compañía.
