𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
≫ ─────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ─────── ≪
—No entiendo esto —repitió Seth con frustración, releyendo por décima vez el problema algebraico que se presentaba en su absurda tarea de recuperación.
—Seth, ¡este tema es básico! —Exclamó con cansancio Andromeda— lo vimos hace tres semanas y lo dominaste, ¿cómo es posible que no lo recuerdes? —Investigó, en verdad confundida. El chico era listo, pero era demasiado distraído.
—¿Podemos descansar? Por favor, llevamos dos horas trabajando sin parar —pidió dramático, dibujando un gesto de puchero en su rostro aun encontrándose en verdad exhausto. Su cerebro parecía haberse ejercitado como un fisicoculturista en el gimnasio, simplemente en exceso.
—Bah, pronto me iré y te podrás librar de esto —pronunció juguetona, lo que hizo quejarse al chico.
—Pero mamá me pone a repasar lo que vimos cuando te vas —graznó berrinchudo, haciéndola reír cantarina.
—No te quejes tanto, Seth. Esto es por tu bien.
—Lo dices porque eres mi maestra y te agrado, sino no me quiero ni imaginar —farfulló dramático, consiguiendo que ella negase, aún por montones divertida—. Mejor cuéntame algo, ¿sí? Incluso aburrido... ¿qué te parece si me cuentas lo que hiciste ayer?
—Óyeme, muchachito —reprochó, fingiendo estar ofendida con lo de «aburrido» antes de reírse— y no hice mucho en realidad —mintió.
El día anterior si día lo había gastado hasta caer rendida por la noche en su cama, sin ser capaz de creer que pudo sobrevivir. Su madre le mostró la manera para desarrollar y afinar los sentidos de su olfato, oído, vista e incluso tacto y gusto. Ahora podía sentir todo lo que le rodeaba como si estuviese en alta definición, por decirlo de alguna manera. Seguía aturdiéndola ese nuevo montón de cosas que podía captar, pero poco a poco comenzaba a acostumbrarse; gracias a eso, había descubierto que su casa solía oler a bosque y rosas.
Fue fantástico todo lo que hizo, podía ver un octavo color viniendo de la luz, motitas de polvo que bailaban en el aire, aromas de flores silvestres, ruidos a los que si les prestaba atención podrían provenir de kilómetros de distancia, las texturas en la punta de los dedos se sentían extraordinarias y hasta las voces le parecían diferentes.
Sin embargo, se hallaba igual que su joven amigo de la reserva con el algebra, frustrada y cansada. Creía que para ese punto ya sería lo suficientemente buena con sus habilidades; en sus días "libres" practicaba y sin importar cuanto trabajara, no terminaba de adaptarse a su magia.
Su madre había comentado que se estaba exigiendo demasiado y que solo debía soltarse y dejarlo ser. Decirlo era sencillo y hacerlo era tan complicado que comenzaba a dudar si acaso conseguiría algún día dominar una sola de sus capacidades por entero, además, por no mencionar el hecho de mantener a raya las emociones al saber que una simple rabieta tenía la capacidad de traer un huracán a Forks la traía vuelta loca, intentando estar estable incluso en sueños.