F i f t e e n

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Era cansado. Era frustrante. Y también tonto, demasiado incluso. La hacía enrabiar en mil formas diferentes y maldecir. Por esa clase de cosas era que desconfiaba de las reales emociones que el rubio decía tener para con ella, con ese tira y afloja en algo que ni siquiera parecía tener clara alguna meta.

Esa noche, esa magnifica y maravillosa noche se había convertido en la última ocasión en que lo había visto, así como cualquier clase de esperanza que le hubiese brindado con sus esfuerzos anteriores.

Le dolía. Le dolía que le hubiese prometido tanto con toda aquella historia y profecía de esas galaxias. Era asombroso que de haber estado en el cielo, todo se hubiese ido al carajo cuando él desapareció, haciéndola caer de golpe al suelo.

Tal vez si no hubiera visto al resto de su familia seguir asistiendo durante el resto de la semana hasta que llegó la fecha de su habitual acampada, no se sentiría así de molesta o en realidad, decepcionada.

Ocho malditos días sin saber de él.

Jasper no se apareció por ningún lado, ni por asomo. Incluso mantenía un poquito de fe de que pudiese ir a su casa con la excusa de buscar los apuntes de todo ese tiempo de faltas aun cuando sus hermanos podían pasárselo. ¿Esperaba mucho acaso? ¿Cuál era el motivo de lo que sea que estaba pasando? No comprendía como de la noche a la mañana hubiese dejado de existir.

—Pues que te den —masculló, cerrando con fuerza la puerta de su casillero.

Le costaba creer que a pesar de todo el hermoso gesto que había hecho para con ella solo fuese porque sí. En su cabecita, lo imaginó estudiando por quién sabe cuánto el cielo y las estrellas, investigando sobre astronomía para poder saber sobre el tema —de hecho, aunque ella no lo sabía, gracias a que Jasper Hale no podía dormir debido a su condición, sí se había pasado sus noches cultivándose sobre aquello— y poder impresionarla, cosa que remató con su ausencia.

Ni un mensaje. Ni una llamada. Ni una nota, ni recado, ¡ni una señal de humo al menos! Solo desapareció.

No sabía el qué de su desdén. Lo más seguro es que lo que le dolía era su orgullo, que pudiese estar jugando con ella viéndole la cara de tonta. No quería serlo y parte de ella le decía que no se trataba de eso, solo que no le encontraba sentido alguno a nada; la hacía querer llorar, cosa que hacía a veces por las tardes, sintiéndose estúpida por creer demasiado en algo.

Las relaciones eran en serio complicadas.

Se encaminó hasta su clase de deportes, algo cansada por el sueño tras no haber dormido con plenitud debido a un dolor en el cuerpo horrible que esa mañana desapareció. Gracias al cielo todo el meollo sobre las porristas se acabó y Jess se encontró satisfecha por su intento.

Angela aguardaba a por ella. Se alistaron con el uniforme correspondiente y para no tener más complicaciones ató su cabellera castaña en una alta coleta, echando una que otra peste en contra del rubio que la volvía loca.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora