N i n t y t h r e e

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Para Andromeda, moverse por el medio del bullicio fue una complicación que la colocó de nervios. Sonrió con esa facilidad que prometía estabilidad al resto cuando por dentro en realidad las entrañas se le revolvían de pánico, sobre todo ante la insistente mirada de Jasper encima de ella que terminaba por acomplejarla más.

Salió veloz de la casa, con la excusa de que necesitaba un respiro —aunque así era—. Saber que se marcharían le brindaría algo de paz en lo que buscaba la manera de acelerar las cosas en torno al Extraño, aquel ser que continuaba atosigándola sin brindarle ninguna respuesta. Ni siquiera conseguía sacarle el nombre y aquello comenzaba a fastidiarla. Maldición, ¿qué quería de ella?

El hecho de que los árboles le hablasen agitados solo terminó por hacerle sentir frustración. Bien, era su culpa, por supuesto. No podía haber ninguna otra respuesta más que esa; ¿debió haberlo confesado desde que las pesadillas comenzaron? Muy seguramente sí, ¿estaban en riesgo porque no lo dijo a tiempo? Era casi cien por ciento factible.

Los árboles escuchaban y debía ser cuidadosa. No podía demostrarles debilidad, porque sabía que de alguna u otra manera, ellos actuaban. De formas que no comprendía, siempre lo hacían.

A diferencia del resto de su familia que saldría a diferentes clanes ocultos en el mundo en búsqueda de testigos que pudiesen defender la hibridez de Ness, ella y Jasper permanecerían en la residencia Cullen a por la llegada de Gavril, a quién llamó de urgencia.

Su mejor amigo se hallaba envuelto en una serie de aventuras en el país con alguien, lo que lamentó mucho de interrumpir —y le generaba muchísima intriga—, sin embargo, el pelirrojo de lo más elocuente mencionó que podría ser el pretexto perfecto para volver a Forks, sin siquiera imaginarse que se trataba de un caso de emergencia del cual carecía de información.

—Te doy tres segundos para gritar —masculló Rosalie a su espalda, haciéndola maldecir en su mente— ¿qué ocurre? —Curioseó yendo hacia ella, quien seguía mirando hacia el bosque, silenciosa y ajena a lo que pasaba a sus espaldas— ¿no crees que funcione lo de los testigos?

—No se trata de eso —susurró con pesadez, cruzándose de brazos con inquietud, mientras que la rubia permaneció quieta, observándola con curiosidad— ¿no creen extraño lo del hombre que viene con los Vulturis en la visión? Lo dejamos pasar solo... porque sí.

—Si viene con ellos, seguro será alguien con potencial para unirse a su clan —farfulló con seriedad— ¿acaso hay algo más? —Inquirió entonces.

Se sintió contra las cuerdas. ¿Qué se supone que le podía decir a Rosalie? ¿De verdad sería capaz de confesarle que sabía de quien se trataba el desconocido? Sinceramente no se hallaba segura sobre ello, incluso lo creía demasiada coincidencia. Por Dios, quizá solo se estaba colocando a sí misma más intermediaros, más mentiras, como si eso fuera lo más fácil. ¿Qué haría cuando la bola de nieve fuese tan gigante que ya no pudiese detenerla?

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora