N i n t y s e v e n

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Se notaba mucho la diferencia entre los dos cuando volvieron a la casa de los Cullen y aunque Gavril quiso hacer bromas al respecto diciendo que tenía que encargarse él debido a la ausencia de Emmett y Warren, April fue de lo más amable al intervenir para que no lo hiciera.

April Mendes era agradable, una persona de lo más tranquila y serena. Poseía una risa de lo más armoniosa y una sonrisa inmensa y encantadora que le contagiaba una energía de lo más linda al hada, quien quiso conocer más de la europea dejando de lado todas esas cosas que le habían dicho de seres como ella.

Incluso, cuando les habían contado finalmente a que se debía el haberlos traído hasta Forks, fue ella quien habló con Gavs para que lo considerara, a pesar de que se le notaba el temor que le provocaba el enfrentarse a un clan como los Vulturis. Resultaba una cosa de lo más amenazante que creaturas como Mendes supieran sobre aquel grupo de vampiros; le daba la impresión de que eran de temer mucho más de lo que creía.

Por supuesto que así era.

Edward volvió junto a Jacob y Renesmee el día anterior de su búsqueda de sus primos en Alaska, el clan Denali, de donde provenía quien inició aquella revuelta, Irina. Le resultó confortante saber que los apoyarían en defender a la menor y ser testigos cuando Aro y su clan llegase, sin embargo, también le provocaba inquietud cómo hablar sobre el Extraño que los acompañaba.

Añadiendo a esas preocupaciones, se encontraba el hecho de que poco a poco su sistema comenzaba a doblegarse. Era un detalle de lo más extraño que trató de corregir, mas no sabía cómo. El hambre la hacía buscar con discreción cualquier cosita para picar; creía que era ansiedad, sin embargo, el cansancio comenzaba a agazapársele en los músculos y juraba que esa mañana, despertó con alergias que la hicieron creer que pescó algún catarro.

Le era sorpresivo, porque su sistema de regeneración y su sistema inmune fuerte no permitían que se enfermara. Que sus defensas bajasen, seguro era a causa de la preocupación que la invadía cada vez que pensaba en el desconocido de sus pesadillas.

—¿Qué tanto sabes sobre... Merlín? —Curioseó Andromeda con sutileza a la europea, quien se acomodó el cabello una vez más ante la insistencia de la brisa fresca en despeinarlo.

La trigueña lo caviló por unos instantes, mirando en dirección del bosque que se extendía frente a ella con serenidad. Forks era muy diferente a Francia, por supuesto; la vegetación era una cosa que le resultaba familiar y al mismo tiempo muy distinta, pero al menos esa noche, fue sencillo volver a la casa en la que creció, una construcción pequeña y oculta para mantenerla a salvo de esas creaturas que tanto temor le causaban a su madre.

—No tanto —admitió en voz baja, con una tensión que fue fácil de notar para la joven hada— solo sé que cuidaba de la oscuridad. Ya sabes, la leyenda de los guardianes y eso.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora