T h i r t y f o u r

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Las luces le causaban estragos, se sentía cuánto menos sofocada y hasta cierto punto abrumada, aunque extrañamente animada y feliz. Todavía podía enfocar con claridad lo que le vendría bien para conducir de vuelta a casa. No sabía bien a qué se debía, pero pronto todo aquel espacio le pareció de lo más asfixiante y se tuvo que ver en la necesidad de sacarse la chaqueta para hallar un poco de frescura.

Maldijo por no encontrar a Jessica o a Angela, a Mike o a Tyler. Eric seguía ocupado con el beer pong así que seguro Gavril estaría con él, pero allí había tanta gente que era una zona a la que no quería acercarse en lo absoluto por un ratito.

Aprovechando el breve espacio de intimidad, subió escaleras arriba cuidando de no derramar su refresco. Fue cuidadosa para que nadie la siguiera, sabiendo bien los riesgos a los que podría enfrentarse de estar sola, sin embargo, consiguió con éxito colarse a un armario. Temía quedar traumada de intentar entrar a una habitación o al baño y quedar con algún trauma de por medio.

Tecleó rápido en el celular, algo abrumada aún por lo que corría en su sistema. En definitiva, el alcohol no era lo suyo para nada. Le sabía horrible en el paladar y ni hablar del hecho de que se podía colocar a tope con apenas un par de tragos. Apenas Gavs le dijo que su cara se puso roja se detuvo, buscando desesperada a evitar que se le subiese.

—¡Buenas noches, señor Hale! —Saludó alegre, con ese tonito coqueto que bien sabía que a él le encantaba. Lo escuchó reír y probablemente fue por lo enérgica y vivaracha que se encontraba lo que le hizo sentir aquella risita tan deliciosa.

—Señorita Athenas, es un placer escuchar su voz —farfulló caballeroso, sonriendo al otro lado de la línea. Escucharla era un regocijo y sin duda era mucho mejor aquella llamada que seguir en ese amplio espacio leyendo en soledad.

—El placer es todo mío —canturreó echándose a soltar risitas de lo más bobas. Jasper enarcó una ceja de inmediato, apresurándose a su alcoba para buscar una chaqueta.

—¿Estás ebria?

—Poquito, te lo prometo —apresuró a contestar, mostrando seriedad con rapidez—. De hecho, por eso te llamaba. Te extraño y me da miedo conducir, aunque aún puedo ver con claridad —contó. La verdad es que le daba una sensación extraña, sentía mucho calor corriéndole por el cuerpo y por más que intentaba abanicarse con la mano no ayudaba en nada, ni siquiera las bajas temperaturas que en el exterior habían— ¿vendrías por mí?

—Voy en camino. ¿Te lo estás pasando bien? —Conversó.

—Seh. Bueno, ahora estoy en un armario —confesó abochornada— iré a buscar a Angela para decirle que ya me voy. ¿Podríamos pasar a dejarla si se quiere ir con nosotros? —Curioseó de lo más dulce, robándole una sonrisa.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora