T w e n t y

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Extendió el permiso al pobre hombre que se encontraba rodeado de un tumulto de adolescentes efusivos para que este lo alcanzara. Milagrosamente, pudo verla, si no era capaz de no dejarla asistir y ella se volvería loca porque en verdad tenía muchas ganas de visitar un invernadero, incluso haría drama, una protesta, no estaba segura, ¡de que enloquecería si no iba sí lo estaba!

Tras asegurarse de que no se le escapaba al señor Molina su permiso, se encaminó a donde Angela y Gavril a charlar, acomodándose encima del capo de un reluciente Francis. Hacía pocos meses que su querido amigo de cuatro ruedas que había cambiado de apariencia y ahora era de un negro brillante que lucía fantástico incluso en un habitual día encapotado en Forks.

Se encargaba de consentirlo como si fuese su propio hijo. Lo mantenía siempre aseado y en el interior había un delicioso perfume de flores de campo con el aromatizante que seleccionaba con mucho cuidado. Además, ese auto era casi su amigo en vida. A Angela y a Gavril les parecía graciosa la relación de ella con el vehículo; era tan meticulosa y cariñosa con Francis que incluso ellos se vieron charlando en más de una ocasión con él.

Comía de una bolsita de gomitas que llevaba por mero placer. Tenía un antojo de ese dulce desde hacía varias semanas y su madre siendo tan consentidora y amorosa, le había comprado dos bolsas de gomas en forma de gusanitos, una normal y otra agridulce, que le rogó que administrara para que no le diera un golpe de azúcar o algo peor.

Pero ya se había acabado las dos y no tenía ni idea de cómo saciar su voraz apetito por gomitas.

Mike entonces se acercó y susurrándole algo a Gavril, los dos se asintieron con una complicidad y sonrisas nerviosas de por medio antes de ponerse en acción. Andromeda arrugó el entrecejo, sobre todo porque incluso Angela parecía saber algo, cosa que le extrañó y terminó por parecerle rara cuando de forma tonta justificaba que debía buscar a Jessica.

—¿Estás lista? —Indagó enérgico ayudándola a bajar del vehículo de un salto.

—Yo siempre estoy lista —afirmó con seguridad, avanzando con cuidado por el húmedo asfalto. A pesar de llevar plataformas de goma, debía tener cuidado para caminar y no terminar en el suelo. Aún así, parecía que se desplazaba con suavidad, con una elegancia sublime y encantadora a juego de su sonrisa llena de entusiasmo.

—Sí, por eso sé que estás lista para esta pregunta —pronunció, confundiéndola. Lo miró notándolo algo inquieto, eso sin contar que llevaba las mejillas encendidas en un tonito rosa que le sentaba muy bonito con su pelo rojizo— ¿quieres acompañarme al baile? Sé que falta un mes, pero no está de más...

Vaya, el baile. Su cabeza estaba en tantas otras cosas que se había olvidado de tal evento que traía a muchos emocionados. Debía admitir, que sí quería ir, si tan solo no tuviera motivos para no hacerlo.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora