F o u r t e e n

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No pudo borrar su sonrisa embobada cuando regresó a casa. Habían permanecido en aquel prado por un rato porque Jasper le mostró no solo la galaxia de Andrómeda sino también algunas estrellas y constelaciones. Escucharlo hablar de astronomía bien podría haberse vuelto su pasatiempo favorito y a pesar de que temía que su madre fuese a matarla al no encontrarla en su hogar, no le importaba, valía la pena recibir su regaño.

Se rio mucho y juntos se habían tumbado a admirar el cielo nocturno. Él, definitivamente le gustaba en toda norma. Le gustaba de una forma que no tenía comparación alguna. Había tenido sentimientos por otros chicos antes, pero eran tonterías de una adolescente en pleno crecimiento.

A veces creía que lo suyo con Jasper era similar, sin embargo, la manera en que su cuerpo reaccionaba ante el más mínimo roce la hacía delirar, soñar despierta con cómo serían sus besos, sus abrazos, en cómo podría mimarlo y darle todo su afecto.

No supo descifrar si era una fortuna o una desgracia continuar teniendo esas preguntas rondando en su mente debido a que Jasper no hizo nada más que tomarle la mano, su gelidez siendo aún curiosa pero extrañamente deliciosa; se dedicó a darle unas cuantas caricias en las mejillas y le ayudó con su pelo que voló por todos lados por la ventisca corriendo en el campo.

Al irse a dormir, se quedó rodando en la cama, recordando todos sus toques y lo bien que se sentían deslizándose por su dermis o esa manía que tenía de reírse echando su sonrisa hacia la izquierda, creando un gesto tan particular que la ponía a chillar agudo de emoción al saber que ella las ocasionaba, porque no lo había visto jamás haber hecho eso con nadie más.

Incluso en sus sueños, fue de lo más bonito volver a presenciar eso. Los pedazos de recuerdos aparecían en su mente con nitidez. Por la mañana eso la hizo despertar contenta y se encontraba motivada para cualquier cosa que se le atravesara en frente, incluso si era la audición para las porristas.

Después de ducharse, practicó un poco frente al espejo la rutina, sintiéndose satisfecha. Quiso lucirse ese día y queriendo impresionarlo más de lo que siempre hacía, planeó colocarse un coqueto vestido negro, aunque su plan se vio por entero opacado por la lluvia y el frío que se veía viniendo desde el exterior.

Tuvo que atenerse a un plan B, porque no quería morir por un resfriado. Tal vez no era tan pícaro como le hubiese gustado, pero el color negro de sus jeans y el suéter elegido acentuaba el tono blanquecino de su piel. Sabiendo que podría verse pálida, aplicó rubor en sus mejillas y unas sombras nude en su cuenca, con un delineado delgado, máscara para pestañas y un brillo labial rosado con un dulce olor a cereza.

Desayunó con prisa y trató de ser disimulada con la sonrisa extasiada que se le comenzó a trazar en su rostro. Ya lo visualizaba en el casillero continuo, coqueteándole, charlando sobre cualquier cosa antes de que ella se aventurara a invitarlo una vez más a por un helado, donde no le molestaría nada en terminar ella de dar el paso a algo más que una amistad.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora