F o u r t y o n e

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A Andromeda le gustaba la fantasía.

No era mentira que disfrutaba de un buen libro que le brindase un mundo diferente, con magia y creaturas extraordinarias o de caricaturas que la transportaran a otros universos, con leyes regidas en base a sus dones, de esos seres con capacidades que iban más allá de su comprensión humana. Pero lo maravilloso de la fantasía, es que todo era posible, a veces hasta la física o las ciencias perdían sentido porque todo era posible.

Así que, no supo cómo reaccionar al escuchar esa oración. En el pasado, se habría echado a reír cuanto menos, a negar con diversión y seguir con su vida con total tranquilidad, sin embargo, considerando el hecho de que los vampiros eran reales, las dudas se acrecentaron de la misma forma en que una chispa se convierte en un incendio.

Hadas.

—Hablas... ¿hablas de alas, vestuarios brillantes y varitas mágicas? —Cuestionó con duda, apenas consiguiendo que su lengua pudiese soltarse, sin saber exactamente cómo sería correcto reaccionar. Su madre se rio fascinada, hallando adorable la inocencia de su pequeña hija y como un buen indicador de que podrían ir por buen camino.

—Eso fue algo que vino con el tiempo —explicó serena—. Los humanos comenzaron a retratarnos de esa manera con el paso de los años y se fueron modernizando poco a poco.

Andromeda en ese momento creyó que podría desfallecer, sin creerse del todo que algo así le estuviese pasando a ella. ¿Cómo se suponía que debía digerir una noticia así? ¿Cuál era la reacción ideal? Le faltaba el aire y a pesar de que le emocionaba la idea, también la aterraba, le daba miedo, alegría y rabia. Las emociones se acribillaron disparatadas, tan agresivas, punzando como las picaduras de las abejas.

«Dios, sé que muchas veces pedí que me sorprendieras... pero esto ya es exagerado» pensó mortificada.

—¿En qué piensas, cielo? —Preguntó con dulzura su madre, atreviéndose a tocarle la mano con cariño. Su calor le pareció embriagador, confortante y al mismo tiempo, comenzó a cuestionarse si eso era honesto o si estaba usando algún poder en ella.

¡Ni siquiera comprendía cómo funcionaba eso!

Se vio abrumada, con un montón de preguntas comenzando a generarse con tanta velocidad, que no encontraba forma alguna de mantenerlas por más de cinco segundos en la superficie de la marea de pensamientos tan feroz en la que se convirtió su mente.

—¿Cómo es posible? —Fue lo primero que pudo al fin soltar, con algo que le supo a desesperación combinada con incredulidad en la punta de la lengua— ¡¿Qué significa?! Aparte... dijiste que sabemos identificar a otras creaturas, ¿a qué te refieres? —Continuó apenas, aunque ya lo suponía.

La mayor solo sonrió, dejándola que ella misma se respondiera aquella duda, ocasionando que su estado emocional empeorara y asustada mirase la vegetación a su alrededor, como si montones de ojos además de los animalillos ocultos entre las ramas y arbustos las estuvieran mirando. Se preguntó entonces porqué toda su vida de pronto tenía que dar esa clase de giros, tan repentinos y extraordinarios como dolorosos.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora