O n e h u n d r e d f o u r

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Sus dedos se aferraron a los gélidos, ambos admirando a su familia encaminándose con furia hacia la batalla, con la ira corriéndoles por cada fibra de sus seres ante la terrible perdida, mientras que, a espaldas de ambos clanes, se desataba el resto de la tormenta.

Los notó surgir de entre la espesura del bosque, siluetas oscuras que avanzaron engarbadas por la nieve, irguiéndose en un aura oscura que de inmediato a la joven heredera la hizo distraerse por un momento. Aquellos seres aparecieron de todos los tamaños y colores, su imperiosidad consiguiendo que por un instante flaqueara.

Pero a su lado, su amado no la dejó titubear y tras apretarle la mano, afirmó la señal.

Sus alas se blandieron a su espalda con esplendor, como dos inmensas cortinas de seda rosa destellando, mientras que el Santuario hacia su aparición y su canto anunciaba a su presencia. Centauros, faunos, hadas y cientos de otras creaturas los acompañaron y los vampiros, por lo que parecieron eternos segundos, los admiraron a todos, unos sintiendo esperanza y los otros, gloria.

Voló en lo alto entonces, como la cabecilla de su gente, quienes la siguieron sin titubear.

La manada de los Quileute también había aguardado y con una rapidez extraordinaria corrieron bajo ella, esquivaron a Jasper y se unieron al campo de batalla, que pronto retomó su curso.

M¯æstgiefu for ðâm ðe mîn âcennicge!* Iᚾ•ᚦᛖ•ᚾᚪᛗᛖ•ᚩᚠ•ᛗᚩᚱᚷᚪᚾᚪ•ᚪᚾᛞ•ᛗᚣ•ᛗᚩᚦᛖᚱ

Desde su posición, admiró a los noctámbulos aparecer, a las brujas seguirles, a los hechiceros avanzar y a seres que creyó solo mitos surgir, siendo inmensos, tanto que incluso viéndolos desde su lugar seguía notándolos gigantes al punto en que se cuestionó si sería capaz de ir contra ellos.

Miró hacia abajo una vez más, donde Jasper aguardaba a por ella. Tras corroborar que el resto se encontraba en buenas posiciones, asintió en dirección a él y juntos, se sumergieron a la catástrofe.

Estallidos se escucharon por todos lados, gritos y quejas de dolor, oyó el mármol quebrarse y a otros ser acuchillados, las armas crujiendo metal contra metal y las fechas pasaron por su lado cuando se encontró en lo alto del cielo.

Lo primero que hizo, fue dejarse caer sobre uno de los Vulturis, que se encontraba peleando violentamente contra una de las Denali. Lo empujó con violencia y aguardando a que en un parpadeo estuviese frente a ella, lo esperó por un segundo para en ese mismo conseguir destrozarlo.

El crujido ya no le molestó en los oídos como antes, quizá aquella parte de ella se encontraba dormida o se había perdido; ver a tantos de los suyos pelear y caer, le hizo sentir una furia que le quemó en la sangre. Era una parte de ella desatada, llena de una adrenalina cargada en ira. Solo había alivio cada vez que el crujido de mármol viniendo de los Vulturis resonaba y aunque quiso, al ver la falta de piedad o de remordimiento por los otros seres atacando y masacrando a su Santuario, la empatía que pudiese sentir por cualquiera de ellos desapareció.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora