N i n t y f o u r

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A pesar de toda la negativa eufonía que la colmaba, eso no impidió en lo absoluto que un rayo de luz le cruzara por ese nubarrón que llevaba dentro del pecho. Se halló feliz y radiante a pesar de su angustia mientras se echaba a correr hacia el exterior, con una clara emoción que la hizo casi tropezar.

—¡Gavs! —Chilló jovial, lanzándose a los brazos del pelirrojo.

El muchacho la recibió de lo más encantado entre sus armas, atrapándola justo cuando pegaba un brinco. Entre risas la cargó y se permitió dar vueltas juguetonas por el suelo de piedrecillas, ambos carcajeando, sin embargo, para él sí que le resultó diferente la sensación. Su menuda figura seguía siendo la misma y su melódica risa sonora continuaba siendo tan vivaz como siempre, pero ¿qué era eso que tanta intriga le causó de pronto?

—Ya sabía que no podías vivir sin mí pero ¿qué te costaba esperar? ¡Ya falta poco para las fiestas! —Bromeó alegre el chico tras colocarla de nuevo en el suelo— ¿y tu vampirito? Creí que saldría a recibirme —añadió juguetón.

Que le preguntara sobre Jasper seguía siendo una cosa nueva a la que no terminaba de acostumbrarse. No era secreto que Gavril le tenía tan poca tolerancia a los vampiros como el resto de las creaturas que conocía, pero tras los hechos ocurridos durante el verano que la hicieron naufragar entre el limbo y la muerte, los dos hicieron las pases al comprender que lo que ambos querían era la estabilidad de Andromeda y que nada de su irracional odio importaba si ella veía bondad en ellos.

Quizá no eran amigos, sin embargo, se toleraban y solían llevarse bastante bien al punto en que podían tener conversaciones vagas, lo que a ella le encantaba al ser dos personas de suma importancia en su vida.

—Ah, bueno —balbuceó con una tímida sonrisa— Jazz está adentro. Debe estar leyendo o estudiando... hace poco comenzó a aprender a hablar en catalán —añadió rápido, para aparentar estabilidad.

Ser tan transparente le jugó en contra. Para Gavril, el verla buscar una respuesta rápida y ese nerviosismo tan atípico le hizo hacer conclusiones con velocidad, así que, sin intención de presionar en algo que parecía que no quería hablar, asintió y sonrió conforme, pero feliz de verla de nuevo.

—Bien, se lo perderá entonces —farfulló alegre—. Te quiero presentar a alguien.

¡Ah, la sorpresa! Se mostró animosa y aguardó paciente al verlo correr en dirección del auto con una jovial andanza.

Lo primero que vio, fue un par de altos tacones de charol negros plantarse en el suelo con cuidado, antes de que la figura femenina se abriera paso ante ella.

La creatura aquella era alta, de una complexión delgadísima que dibujaba curvas sutiles, pero sensuales, con una tez trigueña limpia y perfecta en conjunto de una larga melena castaña que le caía en mechones tan lacios que le recordaba a la seda, cayendo cuan cortinas por encima de sus hombros y su delicada espalda.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora