F i f t y f o u r

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Se sentía culpable de estar en el bosque ese fin de semana después de lo que Jasper le había pedido. Evitó a toda costa entrenar por las tardes en que estaba en soledad y pedía información a los árboles, quienes siempre la mantenían al tanto de lo que ocurría. Eran igual a una cadena, se pasaban datos desde kilómetros de lejanía y Andromeda agradecía a por todo el cariño y el cuidado que profesaban para su madre y ella.

Incluso, solo se dedicó a estudiar sus hechizos en casa, practicando esos tónicos curativos que Ella le preparó en un cuaderno, así como con sus alas a las cuales solo conseguía mover un poco. Le daban cosquillas, el roce de aquella suave textura con su espalda era una caricia de lo más curiosa.

Pero, aún con todo eso, ahora allí se encontraba, metida en el bosque en compañía de su madre que trataba de enseñarle con paciencia a cómo usar aquel par de extensiones mágicas de su cuerpo. Quizá no funcionaba —al menos ese día— porque no podía concentrarse; tenía tantas cosas en su mente, que dejarlas de lado para poder hacer tal cosa como lo era volar parecía un reto de alto nivel. Era demasiado.

—Okey, ¿qué está pasando? —Interrogó Ella con seriedad al ver de nuevo a Andromeda caer en seco al pasto.

Lo bueno, es que al menos eso acerca de las plantas ya lo controlaba bien, por lo cual apenas sintió que su cuerpo cedería y terminaría cayendo, pudo generar la suficiente cantidad de pasto para aligerar un poco el golpe.

—No pasa nada —susurró en tanto se colocaba de rodillas, quitándose los trozos de hierba que se habían quedado incrustados en su cabello y partes de su ropa.

—Si fuéramos conejos, tendrías las orejas abajo —masculló, haciéndola bufar. Sus adorables comparaciones antes le surgían un efecto agradable, ahora solo la estresaban más—. Estás triste... y preocupada —observó.

No refutó eso, ya no le salía. No podía fingir más que se hallaba tranquila. Olvidó cómo hacerlo. El pánico la carcomía, incertidumbre ante el caos que seguro se avecinaría si no elegía el camino correcto.

¡¿Y cuál era?!

No podía complacerlos a todos y eso le frustraba más. Solo quería hacer y dar lo mejor, cosa que cada vez que creía que conseguiría, en realidad se encontraba muy lejana a ello.

—Lo más extraño es que no es ni siquiera por Gavril, Angela, Jasper o por ti —farfulló acomodándose a su lado, permitiéndose colocar un mechón de cabello de su hija tras su oreja. Le gustaba cuando su madre hacía ese gesto. Era relajante y amoroso, justo lo que en ese momento necesitaba— es por mí —susurró con ternura— ¿por qué?

Se lo pensó por unos instantes. Victoria era el centro de todas sus preocupaciones desde que sabía que rondaba por allí en Forks. Ella fue la única creatura que dudó de su real naturaleza sin siquiera conocerla. ¿Qué tanto conocía sobre las hadas en realidad la pelirroja? ¿Qué si terminaba descubriendo qué ellas lo eran? ¿Qué si las atacaba? ¿Qué si las asesinaba?

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora