F i f t y t h r e e

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Antes, la escuela era el lugar seguro de Andromeda. Hasta hace todavía un par de meses pensaba que no tenía que pretender ser nadie más que ella misma junto a sus amigos, quienes siempre la apoyaban, acompañaban y hacían reír, sin embargo, más tarde que pronto se dio cuenta que estuvo mintiéndose sola por bastante tiempo.

No era como que no fuese feliz con ellos, porque lo era. La hacían divertirse, por supuesto y ni hablar de Gavril quien la ayudó muchísimo al acompañarla en la travesía a la que aún se enfrentaba en cuestión de esos nuevos talentos que tenía.

Ahora, era por entero todo distinto. La melancolía la embargaba. Estar asustada las veinticuatro horas de los siete días de la semana la traía vuelta loca y ni hablar de toda esa ansiedad que le carcomía las entrañas cada vez que veía a Jasper Hale.

Aún le hacía bien. En el almuerzo se lo demostró cuando al escuchar a Edward y a Bella reprocharle las buenas intenciones de armar una fiesta en la residencia Cullen a Alice él le ayudó. No era necesario que utilizara su don de control de emociones para hacerlo, un solo toque conseguía hacer mucho en ella, que despabilara y solo pudiese pensar en cuánto extrañaba la relación que alguna vez tuvieron, toda la vida antes de su partida.

Jessica la distrajo por ese día al pedirle ayuda en sus clases libres para el discurso de graduación, a pesar de que tenían que estudiar. Llevaba la última semana solo hablando de eso emocionada, diciendo que debía ser perfecto. No debía sonar a sermón, ni ser pretencioso, ni tampoco rebuscado o aburrido. Repetía que era lo último que se llevarían de la preparatoria y por eso, esa memoria, tenía que ser espectacular.

Su cabeza no daba para demasiado, francamente. Su cerebro solo podía pensar en Alice teniendo una visión en pleno receso, en la mano de Jasper sobre su rodilla, en lo mucho que se le antojaba unas papas fritas con queso derretido y quedarse encerrada en casa viendo películas para no tener que sobre analizar cada cosa que en su vida se presentaba.

—Otra vez tienes esa cara —parloteó Jess después de un rato en su última clase, haciendo que arrugara el entrecejo sin comprenderla. Stanley hizo gesto de que era muy obvio a lo que se refería, pero la verdad, es que no le seguía el hilo— la de querer llorar. ¿Ahora qué ocurre?

A diferencia de Angela o de Gavril que solían hablarle con una dulzura inmensa, tratándola como si fuese un bebé, Jessica tenía tan poco tacto que poco le faltaba para que la picara con un palo, mas no mentiría, prefería mil veces eso a seguir siendo tratada como una niña.

—Si es por lo de Jasper, ¿por qué no regresas con él y ya? —Parloteó y Andromeda juraba a que casi se le salía el alma apenas terminó de escucharla.

—¡¿Puedes bajar la voz?! ¡Te van a escuchar! —Chilló alterada, sabiendo bien que incluso aunque se fuera al fin del mundo, cualquiera de los Cullen la escucharía. Sí, dramatizaba, de nuevo, pero ¿acaso podría alguien llevarle la contraria? No tenía ni idea de cómo hacían para enterarse de todo.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora