E i g h t y f o u r

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Había encontrado un gratificante refugio para poder tomar un respiro de lo ocurrido. Un pequeño rincón entre dos ornamentos de uno de los pasillos le brindó sosiego ante la ansiedad que la carcomió con premura; la cabeza parecía que le estallaría ante la avalancha de recuerdos, las imágenes catastróficas reviviéndose en su mente una y otra vez en compañía de un zumbido que la estaba volviendo loca.

Se quedó quieta con las piernas pegadas al pecho y la frente descansando sobre sus rodillas, sin embargo, cuando fue consciente del olor que le impregnaba la ropa, pronto el mismo pánico volvió a presentarse, haciéndola salir de su escondrijo. Hallarse a sí misma bañada de sangre de Bella le pareció terrorífico; las manos le temblaron y con los últimos fragmentos de la escena de Isabella Swan postrada inerte en la camilla, se contuvo el grito de pánico que le quiso brotar desde lo más hondo de sus entrañas.

Tal vez lo hubiese hecho de no haber sido porque vio en ese momento a Jacob ingresar veloz. A pesar de llevar los orbes empapados de lágrimas, eso no evitó que fuese evidente para ella la expresión de su rostro; llevaba la mandíbula desencajada y los orbes destilaban veneno, con los puños apretados con fiereza a los costados.

—¿Jake? —Llamó con suavidad, notándolo ignorarla y simplemente continuar con su camino.

Corrió detrás de él, buscando detenerlo al entender sus intenciones.

—¡Jacob, detente! —Gritó a cuestas, tirando de su brazo para instarlo a que se detuviese.

Ni ella ni él estaban en las mejores condiciones, pero al menos, eso no le impidió a Andromeda hacer uso de un pequeño rastro de juicio para intentar hacerlo a él entrar en razón. Nada de eso lo conduciría a nada bueno.

—¡No te metas en esto, Andromeda! —Ladró con furia, agarrándola de las muñecas para proceder a arrojarla con violencia al suelo.

Un chillido salió de ella ante su agresividad. Su espalda impactó con uno de los muebles la habían resguardado, con tanta brutalidad que sus pies tropezaron y cayó junto a una de las decoraciones al suelo, el cual se destrozó y terminó hiriéndola al clavarse uno de los pedazos en su mano. Se quejó adolorida viendo la cerámica encajada en su carne.

Lo miró rabiosa, fuera de sí misma. A Black poco le importó su estado, porque en ese momento, él tenía solo una meta en mente.

Se arrancó de la piel lo que la había herido. Entendía su dolor, pero no le daba ningún derecho a tratarla de esa manera. Tuvo que colocar todo de sí para controlar sus emociones, esas que se hallaban perturbadas, tan a flor de piel que hizo que el corazón le golpease con brutalidad contra las costillas.

Corrió tras él, sabiendo que de quedarse un poco más allí él podría hacerle daño a la recién nacida, sin embargo, la escena que se encontró le pareció de lo más... extraña.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora