T h i r t y s e v e n

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No era algo que tomase por sorpresa a nadie en la escuela la ausencia de la familia Cullen. Eran de lo más habituales, tan constantes que sería mucho más increíble saberles algún récord de asistencias. Sin embargo, a pesar de que para ningún otro alumno o profesor causó revuelo, sí resultaron alarmantes la falta de aquellas presencias tanto para Bella Swan como para Andromeda Athenas.

La neoyorquina mantenía mayor discreción al respecto, tratando de guardar la compostura a pesar de que no saber nada de Jasper o cualquiera de sus hermanos o padres, lo cual le generaba un vuelco en el estómago y un mal sabor de boca. Bromeaba como de costumbre aparentando tranquilidad y se lo pasaba bien junto a sus amigos, sin dejar de darle vueltas a lo que podría estar ocurriendo con aquel clan.

Había pensado en la posibilidad de visitarlos, de animar al grupo sabiendo que esas situaciones les generaban pesar, de tratar de consolar a Jazz porque suponía que la estaba pasando fatal. Dios, se moría de ganas por verlo, de abrazarlo y de intentar lo que fuera para ayudarlo. No tenía la menor idea de qué hacer. No quería parecer tampoco demasiado intensa o invasiva al no tener real conocimiento sobre un evento así de delicado. Quería brindar espacio, pero no sabía hasta qué punto era suficiente.

Él alguna vez le habría dicho lo que los deslices le ocasionaban, lo difíciles que eran de mantener a raya, que la sed se volviese tan insoportable que activase por entero cada uno de sus instintos depredadores. Esa tarde fue intensa, porque saber eso a lo que se enfrentaba todos los días le causaba vergüenza a Jasper y a Andromeda tristeza, deseosa de dar lo que fuera para que ya no tuviera que pasar por esa tortura.

Cuando dijo que pagaba su karma por lo que cometió en su mortalidad, él no bromeaba. Era tan serio.

Esa noche de la fiesta, se reprendió en silencio a sí misma por el miedo que le generaba el desconcierto y lo que ahora conocía. Ciertamente, le pareció intimidante el verlo así, desacostumbrada por entero a que su adorado Jasper se tornase de esa forma, bestial, visceral. No supo cómo reaccionar ante eso.

Se limitó a solo estar a su lado por un largo rato, lamentándose no saber qué hacer, pero quería estar con él a pesar de todo, juntos. Permanecieron en silencio, porque ninguno tenía palabras para enfrentarse a ello.

Lo que en verdad le había dolido fue su ausencia. A pesar de estar sentado a su lado, pareció estar sumergido en un mundo diferente y lejano, tal vez como si de pronto se hubiese encerrado en una coraza dura que ni siquiera ella era capaz de perpetrar. Intentó hablar con él, decir lo que fuese para generarle consuelo, mas no respondió nada en lo absoluto, solo se quedó callado, sin sentirse capaz de siquiera mirarla.

Cuando se tuvo que ver en la necesidad de marcharse a causa de que su madre la quería ya de regreso en casa, le miró esperando a que le dijese algo, una corta despedida, sin embargo, lo único que consiguió, fue que plantara sus orbes dorados en ella, en un gesto que parecía demostrar cuan decepcionado de sí mismo estaba.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora