El salón de flor de cerezo era un tipo y tradicional recinto de té. Un lugar tan exclusivo, en donde los clientes debían solicitar con mucho tiempo de anticipación una reservación para poder acudir a éste restaurante temático de la época feudal. Incluso, una familia con bastantes recursos con los Jakuzure tuvieron que esperar un año para que los esposos pudieran celebrar su aniversario de bodas en tan exclusivo y especial lugar.
Ese día, Jakuzure Nonon, vestía un fino kimono de seda de color rosa decorada con pequeñas flores blancas; mientras sus padres lucían otras ropas tradicionales que corresponderían con el tema del restaurante.
Los habían acomodado en un bello salón de piso de bambú, donde las puertas corredizas daban al jardín decorado con flores y un estaque habitado por peces. El ambiente del lugar era tan pacifico y el aroma de la madera vieja y el pasto recién cortado, se mesclaba con el humeante té que servían una dedicadas meseras, también ataviadas con sus respectivos kimonos.
–Muchas felicidades, querida –dijo el padre de la jovencita en lo que le plantaba un rápido y fugaz beso en los labios a su esposa.
–Muchas felicidades, a ti querido –respondió esta correspondiendo a sus afectos.
Nonon volvió su cabeza a un lado para que sus progenitores no apreciaran la morisqueta que marcó su rostro ante el comportamiento tan cursi. El arduo trabajo generalmente los mantenía a sus padres muy estresados y constantemente discutiendo sobre el correcto rumbo de la empresa. El buen humor era raro en ellos a diferencia de esa mañana; tal vez había llegado la oportunidad que Nonon había estado esperando.
–Es una estupenda mañana –comentó el padre de la chica mientras se deleitaba con el maravilloso jardín a sus espaldas.
–Qué bueno que hicimos esto –agregó su mujer llevando un vaso con té a los labios –. Es estupenda dejar el pesado trabajo de la empresa a un lado y disfrutar un momento en familia.
–Como si no se vieran lo suficiente en la oficina –murmuró para sí Nonon cubriendo sus palabras con los mordiscos que le dio a una galleta.
La familia de la chica de cabellera rosada, eran los dueños de una empresa de paquetería y mensajería, además de envíos de cargas pesadas. Un negoció subsidiado por REVOCs y por ende, le pertenecía a Kiryūin Ragyō.
Por todo el tiempo que la empresa había laborado, el señor Jakuzure había sido mangoneado constantemente por los mandatos de la matriarca de la familia Kiryūin (además, pariente suyo), dejándolo sin muchas libertades para manejar su empresa a su gusto. Pero el sacrificio tenía sus ventajas, el negocio siempre había estado a la cabeza y a pesar de los problemas financieros por los que llegó a pasar el país con el paso de los años, y eso nunca había afectado su productividad.
–Por cierto, querido –llamó la señora Jakuzure a su esposo dejado su bebida con cuidado en la mesa, tratando de duplicar los movimientos que correspondían a la época que estaban imitando –, creo que será necesario realizar otra vez un inventario. Mi secretaria me informó que el CEO de REVOCs solicitó otra evaluación de producción –que en otras palabras se podía traducir "Ragyō lo ordenaba"
El esposo de la mujer soltó un leve gruñido.
–Por favor, mujer –se quejo tomando una galleta de té verde –. Estamos aquí para celebrar nuestro aniversario, no para hablar de trabajo.
–Lo sé, pero tarde temprano habrá que hacerlo. ¿No querrás tener problemas con Ragyō?
–Y... ¿Qué tal si es mejor así? –soltó repentinamente Nonon atrayendo la atención de sus padre a ella. Ambos la miraron como si hubiera soltado una palabrota, mientras ella conservaba una increíble calma comiendo su galleta, a pesar de sus alusiones de traición.
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Remembranzas vivas
FanfictionEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...