Una semana después del último adiós a Kinagase Kinue, la rutina diaria había cambiado muy poco. Todos trataban continuar con sus vidas y lo hacía poco a poco, día por día; pero para algunos resultaba más difícil que para otros. El profesor Matoi Isshin resentía más que nadie la ausencia de asistente. Su existencia se había vuelto tan dependiente de ella, que le costaba mucho salir adelante en su vida personal, profesional y como en su ánimo.
Pero Isshin se forzaba a sí mismo a mantearse fuerte y tratar de no mostrar el miedo que sentía constantemente. Debía mantenerse de pie por sus hijas. Con Satsuki viviendo en su hogar, debía ocultarse constantemente detrás de una sonrisa falsa para no preocuparla. Las palabras de Ragyō seguían en su mente cuestionándolo constantemente sobre lo que había sucedido entre madre e hija, y a pesar de toda la curiosidad y temor que sentía, no quería cuestionar a Satsuki sobre lo sucedido; no quería espantarla y obligarla a regresar con Ragyō.
Nunca le dijo de la visita sorpresa de su madre, así que en cierta forma, los dos se guardaban secretos el uno del otro.
El profesor estaba consciente que las amenazas de su ex mujer eran para temer y que debía ser extremadamente cuidadoso, pero al mismo tiempo se sentía indefenso y solo. Satsuki y sus acompañantes vivían en la misma casa que él, pero al mismo tiempo los sentía distantes y ausentes. Mikisugi Aikurō rara vez se presentaba en la mansión, ya que desde la muerte de Kinue, necesitaba un espacio de tantos recuerdos; solo llegaba a verlo por unos cortos minutos en la universidad. En cuento Kinagase Tsumugu, aún no regresaba del viaje de luto que decidió tomar por la pérdida de su hermana, lo cual dejaba al profesor con la sensación de aislamiento e inseguridad.
Si realmente Ragyō planeaba algo en su contra, ese era el momento adecuado para llevarlo a cabo.
Y por otro lado estaba Ryūko, quien curiosamente se había convertido en los últimos días en su antorcha de esperanza. Por muchos años, la hija menor del profesor había sido su principal dolor de cabeza y en muchas ocasiones había perdido la confianza con ella; pero justamente la tragedia de la perdida de Kinue le estaba dando una nueva oportunidad de arreglar su relación con su hija.
La muerte de Kinue había dejado a Ryūko tan devastada y dócil que parecía lista para limar ciertas asperezas que había entre ellos. Era lo único positivo en aquella terrible situación.
Al profesor le habría encantado que ese cambio se reflejara en la interacción entre sus dos hijas, pero tal vez debía solo conformarse que Ryūko le permitiera ser otra vez parte de su vida. Y quien sabe, tal vez algún podría cambiar también de opinión sobre Satsuki, pero por el momento, el profesor se daba por satisfecho que la muchacha del mechón rojo hubiera aceptado su proposición de volver a verse.
Justamente la tarde, a una semana de lo sucedido en el cementerio, el profesor se había preparado para dejar su hogar para ir en búsqueda de Ryūko en la casa de los Mankanshokus. Aún tenía bastante tiempo antes de la hora acordada, por lo cual decidió esperar un tiempo a que llegaran Satsuki y sus acompañantes a casa antes de marcharse sin informales su destino.
Entusiasmado, el profesor escuchó que llamaban a la puerta, esperanzado se imaginó que se trataba de Satsuki. Por breves segundos sintió el terrible déja vu de encontrarse a Ragyō en el umbral de la puerta al abrirla, pero prefirió desecharla idea de su mente antes de darle la vuelta al picaporte.
Debió haber hecho caso aquel sentimiento.
Cuando abrió la puerta no se encontró con Satsuki, Soroi o incluso Iori y para su calma, tampoco era Ragyō. Aún así no se esperaba encontrarse a esa persona en particular en la entrada a su casa.
–Ohayo, papá –lo saludó Harime Nui sacudiendo alegremente su mano.
Le costó un par de segundo al profesor Matoi reconocer a la muchacha frente a él. Había pasado muchos años desde la última vez que la vio en persona, y en esa época tan solo era un bebé de brazos. Por periódicos o artículos de revistas la había llegado a ver algo más crecida, pero nunca le había puesto gran interés interés como para memorizar sus facciones.
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Remembranzas vivas
أدب الهواةEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...