Retribución

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Ya era tarde. Todos alumnos de Honnōji, tanto los que fueron a la invasión como lo que permanecieron en la academia, se marcharon a sus respectivos hogares, con excepción de los miembros del consejo escolar. En la sala destinada solo para ellos, los seis jóvenes se encontraban alterados y consternados por los sucesos de ese día; cada uno a su particular manera. Lo único constante en esa habitación era el silencio, uno incomodo y cargado de malas vibras. Finalmente, Jakuzure Nonon la más escandalosa de todos, rompió la mudez con un estridente grito:

– ¡Que coraje, maldición!

Todos los presentes se volvieron hacia ella con excepción de Kiryūin Satasuki que bebía con calma su té, y Sanageyama Uzu que permanecía sentado cabizbajo en uno de los sofás.

– ¡¿Cómo diablos ese tarado de Takarada logró sobrevivir?! –continuó furiosa poniéndose de pie sobre su asiento.

–Creo que la bestia morena de las espadas rojas tuvo que ver –soltó burlonamente Inumuta Hōka sin despegar su vista de la pantalla de su computadora, mientras llevaba a cabo una exhaustiva investigación –. Además, no mencionaste en los transporte durante viaje a Naniwa kinman que deseabas que Sanageyama fracasara.

–Que el simio fuera derrotado y que Satsuki-sama no obtuviera la bandera, son dos cosas muy distintas –corrigió rápidamente con tono burlón lanzando una mirada furtiva y punzante en dirección al joven vencido.

Sanageyama no contestó a sus burlas, simplemente se puso de pie y salió de la habitación sin alzar la vista de sus pies.

– ¡Oi, Simio! –lo llamó la chica de rosa sin obtener respuesta de él –. ¿Ahora qué le pasa?

–Como se dice –comentó Gamagōri Ira desde su posición junto a Satsuki –: "Trató de morder un hueso muy grande para él"

– Algo por el estilo –dijo Iori Shirō no muy seguro, desde una de las esquinas de la habitación.

–Llora mucho por una derrota –agregó Nonon con disimulo.

–Creo que las burlas ya fueron suficiente –dijo de repente Satsuki provocando el silencio de los demás –. Para Sanageyama la derrota no es aceptable, pero eso no significa que se encuentre vencido.

El fracaso no era común para el joven, e igualmente para Satsuki; era algo que tenían común. Pero en el tiempo de conocer a Sanageyama, estaba convencida de su temple. Lo que sucedido ese día, no significaba el final para él. Además, ella tampoco lo permitiría.

El silencio provocado por las palabras de Satsuki se prolongaron por varios minutos en los que cada uno de los miembros de consejo meditaron sobre su propio comportamiento ante una derrota, pero la meditaciones fueron repentinamente interrumpidas por un "ding" proveniente desde la computadora de Inumuta.

–A llegado la información –dijo él volviendo su atención a la pantalla de su aparato.

– ¿Qué encontraste, Inumuta? –preguntó Gamagōri. Y como respuesta a su pregunta, las pantallas gigantes detrás de Satsuki se iluminaron con las imágenes que Inumuta había transferido a ellas. En uno de los extremos se encontraba una fotografía de Ryūko donde sonreía con altanería y a sus lados múltiples archivos de texto revelaban su información personal. A un extremo contrario estaba la imagen de Naniwa kinman y la de Takarada Kaneo a su lado.

–Todo depende de que quieres saber –contestó el joven reacomodando sus lentes en su nariz.

–El perrito se cree mucho solo porque se encontró un hueso –comentó Jakuzure tomando de nuevo asiento en el sofá.

–Esa es la especialidad de este perrito, serpiente –dijo Inumuta.

– ¿Quieren dejarse de tonterías explicar lo que estamos viendo? –soltó Gamagōri irritado notando la información despegadas en la pantallas, todos lo imitaron con excepción de Satsuki que continuó bebiendo su té con calma y dándole la espalda a las pantallas.

Remembranzas vivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora