Hōōmaru Rei se encontraba sentada en su fino escritorio de recepción, oprimiendo con velocidad los botones de su teclado en lo que verificaba en el monitor todo lo referente al último informe en que había estado trabajando esa semana. Tenía tanta labor por delante precisamente en un día que no podría quedarse hasta tarde, como solía hacerlo cuando servía a Kiryūin Ragyō.
Resultaba curioso como cambiaban las cosas y con el paso del tiempo se había alterado la vida de la joven asistente. Muy apenas podía recordar cuando era tan solo una jovencita huérfana con pocas oportunidades en su vida, pero con muchos sueños en su cabeza. Curiosamente la misma chica, cuyas circunstancias la llevaron a trabajar a una de las más importantes empresas de Japón; todo ante un simple ensayo que realizó en un concurso de beneficencia.
Sus años de juventud eran borrosos ante su falta de deseos de recordar exactamente como solía ser esa vida, pero Hōōmaru aún recordaba la burla de los otros niños del orfanato sobre sus patéticos sueños de ganar un sencillo concurso de una beneficencia, una que los ricos solo utilizaban para jactarse de altruistas. Pero aunque la joven Hōōmaru supo que tal vez no obtendría nada glorioso de ese premio (incluso si ganaba), sentía que valía la pena soñar, ya que su triste realidad nunca la había llevado muy lejos.
Debido a su condición no podía aspirar a una educación avanzaba y mucho menos a un empleo decente en su futuro. Cuál fue su sorpresa cuando su arduo trabajo rindió frutos y ganó el susodicho concurso, y mucho más cuando terminó llamando así la atención de una poderosa empresaria quien le otorgaría una pasantía temporal en su empresa. Muchas niñas soñaban con el príncipe azul o con ganarse una fortuna, pero para la joven Hōōmaru ese fue el principio de sus sueños de cuento de hadas hechos realidad.
Ragyō le abrió a la joven huérfana las puertas de su empresa y a muchas oportunidades. Su desempeño fue tal que pronto la millonaria mujer la puso bajo su guía y protección. Hōōmaru recibió educación de primera clase, los mejores educadores y Ragyō le extendió a sus manos grandes experiencias que nunca se había imaginado en su vida. Rei se convirtió en su asistente, su mano derecha, su principal protegía, y ella, la adoraba por eso. Su lealtad estaba con Kiryūin Ragyō y con nadie más...
–Quiero otorgarte la oportunidad de hacer un cambio en este mundo –le confesó Kiryūin Satsuki justo fuera de la corte de justicia.
Al igual que muchos allegados de Ragyō, Hōōmaru tuvo que rendir cuentas ante la ley por su complicidad y actos delictivos. La joven secretaria y asistente esperaba una larga condena detrás de las barras de acero, aunque eso no le importaba después de haber perdido a su amada protectora.
El suicidio de Ragyō afectó en gran medida a Rei, pasó noches en vela llorando su nombre y pidiéndole a algún dios misericordioso que la llevara junto con ella. Todo su mundo se había desmoronado ante sus ojos como un castillo de cartas y la única responsable era Kiryūin Satsuki.
Desde el momento en que la conoció, Hōōmaru sintió celos y despreció por la joven heredera. Satsuki no era una hija digna y obediente para Ragyō como ella pudo haberlo sido, la joven de cabellera negra era prepotente y obstinada, y sobre toda las cosas no veneraba a su madre como lo hacía Rei. No merecía poseer la misma sangre que Ragyō en sus venas y mucho menos algún día convertirse en la dueña de REVOCs.
Hōōmaru había jurado que ese día, nunca, ni siquiera sobre su pútrido y mal oliente cadáver, accedería trabajar con ella.
–¡¿Crees que te debo gratitud?! –le soltó Hōōmaru mirando con desprecio la mano que le tendía Satsuki.
La joven heredera había obtenido su objetivo, era la presidente de la empresa ante la muerte de su madre y no había perdido ni un segundo en destrozar los sueños y logros que Ragyō había construido con sudor y sangre (de otros). La antigua asistente la miró con despreció y le causó completó desagrado desde su semblante relajado hasta su atuendo sencillo pero fino de satín y guantes de seda.

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Remembranzas vivas
Fiksi PenggemarEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...