La vida continuó lentamente en el departamento del campus de la universidad que compartían Mikisugi Aikurō, Kinagase Tsumugu y Matoi Ryūko. Poco a poco fueron retomando la vida que habían dejado trunca a causa de las dolorosas perdidas.
Aikurō no solo había cumplido con su periodo como maestro sustituto en Naniwa Kinman, sino que también había avanzado al siguiente nivel, dando las clases en la universidad que alguna vez impartió Kinue. Había una gran ventaja ante su nuevo puesto además de un mejor horario y salario; uno de los compañeros de Kiryūin Satsuki, Iori Shirō, era alumno suyo por lo cual le resultaba sencillo comunicarle a través de él todo lo referente a Ryūko a su hermana mayor.
Tsumugu por su parte pasaba la mayor parte del tiempo en casa cuidando de Ryūko. No porque la joven necesitara que vieran por sus necesidades, sino por mantenerla fuera de peligro. Por el momento, nadie fuera del círculo que rodeaba a la joven del mechón rojo, debía saber donde se encontraba.
En cuanto Ryūko, sus deseos de mantenerse aislada del mundo fueron desvaneciéndose poco a poco. Hasta en cierta forma, comenzó a extrañar acudir a la escuela y convivir con los demás alumnos. Pero sobre todas las cosas, comenzaba a hacerle falta citarse con Mako para divertirse en la ciudad. Aunque su amiga de cabellera castaña la visitaba casi a diario, ya comenzaba a tener la necesidad de ver el mundo más allá de las paredes del departamento.
Por el momento, aún no resultaba prudente que deambulara en la ciudad, así que recaía en los hombros de Tsumugu disuadirla de abandonar el departamento. El acudir a clases fue una de sus primeras escusas en sus intentos de dejar la protección de su nuevo hogar, pero como su amigo Takarada Kaneo había hecho los arreglos para que su ausencia no le perjudicase en clases, Ryūko se quedo rápido sin escusas.
Los días se volvieron fácilmente monótonos para la chica del mechón rojo, sin más opciones que realizar los queseares domésticos y jugar con Senketsu.
Una noche en particular, Ryūko se hizo cargo de preparar la cena con tal de cambiar la mala dieta que sometía Aikurō a todos los habitantes del departamento. La idea del hombre de cabellera azul de una comida decente consistía en gohan y un ramen instantáneo.
– ¿A qué se debe la ocasión? –le preguntó Tsumugu a la joven una vez que entró a la cocina en compañía de Aikurō.
–Solo tenía deseos de una comida de verdad –respondió Ryūko sirviendo los Tamagoyakis que había preparado.
–Querías hacerme algo especial y con mucho amor –comentó Aikurō con tono lascivo sentándose a la mesa, cerca a la joven del mechón rojo que terminaba de servir la cena. El hombre de la cabellera azul extendió el brazo para sujetar las tiras posteriores del delantal que Ryūko llevaba sobre su ropa.
–¡Vete al diablo maldito viejo pervertido! –le soltó Ryūko fastidiándose rápidamente y propinando un fuerte puñetazo a Aikurō en la cabeza.
Ciertas cosas nunca cambian.
–Itedakimasu –dijeron los tres en agradecimiento, sentados a la mesa lista para comer sus alimentos. Senketsu por su parte, comió unas zanahorias a los pies de Ryūko.
La cena iba con naturalidad hasta que llamaron a la puerta. Algo extrañado, ya que no recibían visitas además de Mako (quien había partido a su hogar hacía un par de horas), por lo cual los tres ocupantes de la mesa se miraron entre sí; Aikurō se levantó de su puesto para averiguar de quien se trataba. Tsumugu y Ryūko lo vieron desaparecer por el pequeño corredor, antes que fuera empujado de regreso por una muchedumbre de personas que entraron por la puerta una vez abierta.
–¡¿Quiénes son ustedes?! –preguntó inmediatamente Tsumugu levantándose de su asiento.
Los intrusos eran seis hombres, dos que vestían trajes y llevaban maletines en mano, tres más que parecían guardaespaldas con lentes oscuros y la pinta de servir algún mafioso; el último era un oficial de policía. Tres más esperaban afuera en el corredor.
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Remembranzas vivas
FanfictionEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...