Cuando Matoi Isshin y Kinagase Tsumugu finalmente llegaron a la mansión de la cita que había tenido en el hombre con su hija, ya pasaba de la seis tarde y las sombras provocadas por el ocaso le daban a la mansión Matoi una visión más solitaria de lo normal. Ambos hombres intuyeron que tanto Aikurō y Kinue se habían marchado a sus respectivas casas desde hacía buen tiempo. Esto animó a Tsumugu a enfrentar nuevamente a su protegido.
Tan pronto el profesor abrió la puerta, Tsumugu lo sujetó del brazo y lo metió a la fuerza en el edificio, cerrando la puerta detrás de ellos. Atravesó la obscuridad de la sala, hasta llevarlo al recibidor. Durante todo el proceso el profesor no ofreció la menor resistencia.
–¿Qué te sucede, Tsumugu? –le exigió una explicación el profesor una vez que lo soltó su joven guardaespaldas.
–Quiero que me diga, que es lo que tiene planeado hacer –le exigió él clavando su mirada en los ojos de Isshin, que muy apenas podía distinguir en la obscuridad.
–De nuevo con ello –se quejó el profesor –; no le veo el sentido.
–Debo darle dos piezas importantes de información: uno, lo que hizo el día de hoy fue una increíble estupidez; y dos, le creo capaz de repetirlo.
Isshin soltó un suspiro de resignación y encogió los hombros.
–Ya sabía qué pensabas eso –dijo con completa calma.
–Y yo sé que esta por cometer otra idiotez.
–Tsumugu, sé que deseas protegerme, ese es tu trabajo y lo has hecho muy bien todo este tiempo, pero esto es algo en lo que no voy a ceder. He esperado por mucho este momento para ahora acobardarme detrás de ti. Lo he decidido, no voy a hacerme atrás. Voy a recuperar todo lo que he perdido.
Completamente seguro de sus palabras, el profesor le dio la espalda a Tsumugu para retirarse a la escalera que daba al segundo piso.
–Le daré una pieza de información extra –los detuvo el joven guardaespaldas con sus palabras frías. Cruzando sus brazos sobre el pecho, miró con intensidad la nuca del profesor que éste pudo sentirlo –. Debe estar preparado a perderlo todo si va a continuar con esto.
–Estoy al corriente de ello –comentó el hombre volviendo su cabeza sobre su hombro para contemplar el semblante de Tsumugu oculto en la sombras del recibidor.
Ambos hombres se miraron en silencio por casi un minuto, con sus miradas clavadas en el otro, como si efectuarán una lucha muda. Finalmente, Isshin cedió con una sonrisa, la cual Tsumugu no tuvo problemas en corresponder.
–¿Cuál será su siguiente movimiento? –le preguntó Tsumugu con calma pero manteniendo su postura firme.
–Necesito hablar con Ryūko lo más pronto posible –dijo el profesor volviéndose completamente hacia su joven protector, quien reaccionó ante sus palabras con una irónica sonrisa.
–¿Cómo planea hacer eso? –continuó Tsumugu –. La niña lo odia.
–No importa. Necesito hablar con ella y pronto, antes de que Ragyō comiencen a sospechar algo. No sabemos qué tanto conoce de Ryūko hasta el momento. Es muy probable que lo que hizo mi niña durante el evento deportivo ha llamado su atención. Es por ello, y es esencial, que Ryūko regrese a casa.
Tsumugu contuvo las ganas de reír ante tan descabellada idea.
–Ella no va a venir por voluntad propia –afirmó el joven con peinado mohicano –. ¿Qué le hace creer que vendrá de nuevo la mansión?
Fue ahora, Isshin quien sonrió ante la ironía.
–Qué bueno que lo preguntas, Tsumugu, ya que te hago el responsable de traerla ante mí.
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Remembranzas vivas
FanfictionEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...