Operación "Cola up"

74 6 2
                                    

Había sido una tarde larga para los alumnos de Honnōji. A pesar de ser domingo, la mayoría del alumnado de la preparatoria hizo presencia en las instalaciones de la escuela para los arduos preparativos para el festival deportivo con el cual terminaba la lucha por las banderas representativas de cada colegio del festival Yosegaki Himonau. Era tradición que la escuela vencedora fuera la anfitriona de tal evento en la que debía invitar a las demás instituciones y proclamarse la vencedora en un espectáculo deportivo muy similar a un desfile.

Kiryūin Satsuki prácticamente había tirado la casa por la ventana en la planificación del evento o mejor dicho su madre, Kiryūin Ragyō. Como presidenta de la mesa directiva de Honnōji, tenía la libertad de intervenir en los asuntos escolares y manejarlos a su gusto. No se escatimaron en excentricidades y elementos decorativos, inclusivo un lote completo de uniformes escolares y deportivos fueron distribuidos entre los alumnos de la preparatoria, para hacer gran gala y exhibición de la nueva línea de ropa escolar que estaba por lanzar REVOCs al mercado.

Cuando finalmente llegó el anochecer, la academia Honnōji quedo lista para el gran evento que llevarían a cabo la mañana siguiente. Poco a poco, los estudiantes fueron despejando el terreno escolar hasta dejarlo completamente solitario, con excepción de varios representantes del comité disciplinario que nuevamente montarían guardia durante toda la noche.

El patio escolar estaba tranquilo, muy poca iluminaria era necesaria para mantener seguro el edificio. Las puertas habían sido cerradas con llave, los salones bloqueados y muchas aéreas de la escuela, simplemente se encontraban desiertas y sumergidas en la oscuridad. La mayoría de los estudiantes que vigilaban el edificio, se encontraban ubicados en puntos específicos y las zonas más importantes por patrullar, como la sala del consejo escolar.

Era tal la paz que reinaba en el terreno educativo, que ninguno de sus guardianes se percataron de un par de sombras que recorrían en secreto el patio de la preparatoria.

Matoi Ryūko descubrió una ventana abierta en un pasillo solitario del ala este, como el punto indicado para introducirse en el edificio. Con cuidado abrió la ventana, procurando no producir ruido alguno que alertara de su posición, antes de atravesar el umbral de un solo brinco. Asegurándose que su presencia no había sido percibida, Ryūko se mantuvo en cuclillas mientras se ponía en contacto con Takarada Kaneo a través del transmisor que llevaba en la oreja.

–Estoy dentro –dijo ella en susurro –. No hay moros en la costa.

–Entendido –le respondió Kaneo desde el otro lado de la línea –, todo se ve tranquilo desde aquí afuera. No creo que se hayan percatado de nuestra incursión.

Takarada se encontraba a las afueras de Honnōji a una distancia considerable de la entrada de la escuela, para que su vehículo no generara sospechas. Además, la camioneta donde se resguardaba coordinando toda la operación, estaba disfrazada como distribuidora de correspondencia a domicilio; aunque dentro de ella, estaba equipada con monitores conectado a cámaras de alta definición y de vista nocturna, que vigilaban Honnōji a distancia, y un sistema de radio sofisticado para comunicarse con los demás miembros del atraco. Tecnología fácil de adquirir gracias al despilfarro descarado de efectivo.

A pesar de la gran tecnología, no le era posible para Kaneo ver el interior del edificio enemigo, pero gracias a un conveniente soborno a la constructora que diseño el edificio de la preparatoria enemiga, podía utilizar los planos originales para guiar al equipo a pie a través de Honnōji, quienes dependían completamente de él, ya que el único compañero del chico pelirrojo dentro del camión, era Senketsu, que insistía en mordisquear los márgenes del plano.

–Perfecto –dijo Ryūko con seguridad–. Vamos, Mako. Puedes entrar –agregó a continuación motivando a su amiga a seguirla.

Atravesando la ventana abierta de un brinco, Mako cayó dentro del pasillo en una pirueta que casi le lastima la espalda. Inmediatamente, se puso de pie y comenzó a tomar poses exageradas que corresponderían a alguna película de acción y artes marciales.

Remembranzas vivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora