What Mommy wants

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El viaje en automóvil de la mansión Kiryūin a las oficinas principales de REVOCs era muy corto, en cuestión de minutos Satsuki ya se encontraba en las puertas principales del rascacielos. Su rostro era fácilmente reconocido por los asistentes y guardias de seguridad, que evitó todo los rigurosos procesos de seguridad y la burocracia de las citas, permitiéndole pasar derecho de las puertas de entrada hasta el elevador sin que nadie la molestara o la detuviera, a pesar de que cargaba consignó una katana a un lado de su maletín escolar.

El acenso en el elevador no fue tan directo como su arribo. La caja de cristal que daba al exterior del edificio, se detuvo prácticamente en cada piso a como ascendía, para permitir el paso de trabajadores. Satsuki y Soroi se pegaron contra la pared posterior de cristal del elevador durante todo el camino, para que la gente que subía y bajara no les incomodara en el acenso al último piso. El mayordomo y su ama, guardaron silencio durante todo el tiempo; Satsuki desviaba su vista a travez del cristal para poder contemplar la gigantesca ciudad alrededor del rascacielos. Mientras observaba los demás edificios, no pudo evitar pensar en la batalla que sin duda ya habría iniciado lejos de su posición, se preguntó si los otros miembros del comité estudiantil no tendrían problemas con la invasión o si el misterioso guardaespaldas de Takarada era real o un simple rumor. De lo único que estaba segura, era su completa confianza en su equipo, no importaba la situación, ellos podrían manejar cualquier detalle lo mejor posible con tal de obtener su objetivo.

Como unos veinte minutos después y de haber visitado unos cuarenta pisos, finalmente el elevador se detuvo en el último piso del edificio que solo era ocupado por la oficina de su madre. Como todas las visitas anteriores a esa habitación, el primer rostro con el que se encontró al salir del elevador era con la asistente y secretaria de su madre, Hōōmaru Rei. La joven se encontraba detrás de un largo y elegante escritorio, escribiendo a gran velocidad en el teclado de su computadora. Ni siquiera levantó la vista cuando Satsuki salió del elevador junto con Soroi y caminó hasta su escritorio.

–Buenos días, Satsuki-sama –dijo la mujer sin apartar sus ojos del delgado monitor –. Ragyō-sama se encuentra ocupada por el momento, la atenderá tan pronto tenga tiempo. Por favor espere.

Satsuki no le contestó y solo endureció su mirada. Despreciaba a esa mujer con todo su ser. A Hōōmaru no le importaba que ella fuera la hija de su jefa, la trataba como cualquier otra persona que intentara molestar a Kiryūin Ragyō. No había consideración y respeto de su parte, y la madre de Satsuki parecía disfrutar desentendimiento entre ambas. Hōōmaru no solo era la asistente personal, secretaria y mano derecha de Ragyō, también era su compinche y celestina en sus descarríos amorosos, y Satsuki sospechaba que en algún momento también ocupó también el puesto de amante.

Al no recibir ningún comentario o desprecio por parte de la joven estudiante, Hōōmaru levantó finalmente su mirada y le indicó con la cabeza los cómodos sillones a un costado de la oficina. Satsuki entendió la señal, pero no estaba dispuesta a aceptar indicaciones de esa mujer, marchó a lado contrario de la habitación y se concentró en contemplar por la gran ventana que decoraba la oficina. A diferencia de ella, el mayordomo tomó asiento en uno de los cómodos sillones.

No pasaron ni treinta segundo y las puertas gemelas que separaban la oficina principal del recibidor, se abrieron para dar paso a un joven que empujaba un carrito de servicio. Satsuki posó su vista en él, y se percató que era un muchacho no mucho mayor que ella, era muy atractivo y de buen cuerpo. Paso un lado de ella para entrar al elevador y se dio cuenta que llevaba la camisa fuera de los pantalones en su parte posterior. El joven volvió su vista hacia Satsuki y sus miradas se encontraron, fue cuando ella detectó la culpa en su mirada, mientas él no pudo sostenerla.

– ¿Quién era él? –le preguntó Satsuki a Hōōmaru una vez que la puertas del elevador se cerraron nuevamente. Aunque ella ya tenía una teoría.

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