World's best Mom

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En aquella fina habitación se encontraba Matoi Ryūko atrapada con la misma Kiryūin Ragyō, madre de su acérrima rival, Kiryūin Satsuki, y competidora comercial de su padre y amigos. La mujer madura contemplaba a la chica desde su posición como reina ante el imperio a sus pies, examinando con su mirada cada centímetro de su cuerpo. Ryūko se habría sentido algo perturbada con ese intenso escrutinio pero estaba completamente sorprendida con la repentina aparición de la mujer, como para percatarse de ello.

–¿Qué? –fue lo primero que se escapó de los labios de la chica al despabilarse su cerebro.

–Es un gusto finalmente volver a verte Ryūko –dijo la mujer detrás del escritorio con una enorme y perturbadora sonrisa.

La mujer no parecía molesta con su presencia, en realidad parecía que lo disfrutaba completamente la llegada de la chica a su oficina; como si esta hubiera concertado una cita previamente. Mientras Ryūko seguía sin comprender que estaba pasando:

–¡¿Qué?!

–Por un momento pensé que no acudirías a nuestra pequeña reunión – Ragyō continuó con calma ignorando las reacciones de la joven frente a ella –, pero me alegra que Nui no estuviera equivocada contigo.

Entre más continuaba la chica del mechón rojo en esa oficina, más le extrañaba el raro comportamiento de ambas mujeres que la mantenían prisionera. Su vista saltó de Ragyō a Hōōmaru Rei quien resguardaba la puerta, para regresar de nuevo a la mujer detrás del escritorio.

–¡¿De qué carajo está hablando?! –soltó Ryūko ya desesperada al no comprender lo que estaba escuchando. ¿Reunión? ¿De qué reunión estaba hablando?

–No permito esa clase de vocabulario jovencita –la regañó la mujer madura cambiando su tono dulce de voz por uno más asertivo –. Si hubiera sabido que ibas a responder de esa manera, me habría asegurado que primero te pusieran un bozal – Ragyō se levantó de su asiento en lo que su asistente reía por debajo del comentario de su jefa. En cambio, la joven del mechón rojo se sonrojo terriblemente –. Pero tal vez debí a verlo predicho al saber que sería visitada por Matoi Ryūko.

Ragyō se puso de pie ceremoniosamente para darle la vuelta a su escritorio y quedar cara a cara con la joven de cabellera morena. Mientras que ésta, no pudo sentirse insignificante con su intensa mirada y su altura.

–¡Temē! –maldijo Ryūko desespera, retando con la mirada a la mujer que se aproximaba a ella–. ¿De qué habla? ¿Cómo es posible que supiera que estaría aquí?

–No voy a repetirlo otra vez –le informó Ragyō perdiendo la paciencia y soltando un manotazo sobre la superficie de su escritorio –. ¡Controla esa boca! – la mujer se alzó tan alta era y tomando una postura intimidante –. ¡Y por supuesto que sabía que vendrías! Nada pasa en mi edificio sin que yo lo sepa.

Ryūko solía enfrentar gente mucho mayor que ella, en peso y tamaño, adultos o jóvenes; ella no hacía diferencia y nunca se había sentido amedrentada por nadie, con excepción a como se sentía en ese momento frente a la matriarca de las Kiryūin. Había algo en su ser, su postura, sus intensos ojos, su lenguaje corporal e inclusive la fragancia que despedida su cuerpo, provocaba que la joven flaquera como nunca en su vida. No podía entender que le estaba sucediendo.

–Entonces... –balbuceó la chica dando unos pasos hacia atrás, pero sin apartar los ojos de la mujer – ¿sabían cuales eran los planes de Nagita? ¿Todo esto fue una trampa para atraparnos?

Ragyō soltó una carcajada... una estrepitosa y casi malévola carcajada. Sin parar de reiré se aproximó aún más a la joven morena hasta quedar completamente frente a ella.

Remembranzas vivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora