El festival de las banderas había quedado oficialmente terminado. La academia Honnōji resultó la victoriosa de las cuatro escuelas participantes, al obtener un total de tres banderas en la competencia más corta de la historia. En una semana la academia había invadido, conquistado y superado a sus rivales, pero su suprema victoria fue empañada ante la humillación de haber perdido su propia bandera frente a su acérrimo rival la preparatoria Naniwa Kinman. La deshonra que recibió la academia, como su presidenta estudiantil, quedaría grabada para la posteridad en la historia de las cuatros escuelas participantes.
Finalmente con el festival atrás y con ello la amenaza de algún ataque del enemigo, la vida de los estudiantes de las cuatro escuelas había regresado a la normalidad. La preparatoria Naniwa Kinman había sido la última en retomar sus actividades escolares de rutina, debido a las reparaciones que se habían efectuado en la misma; fue hasta el final de la semana en que sus alumnos regresaron a las instalaciones.
Los estudiantes murmuraban entre ellos los hechos sucedidos durante el festival tanto como el próximo fin del periodo escolar. Le resultaba fácil conversar entre ellos, ya que las clases habían quedado de nuevo suspendidas ante las labores de limpieza; la construcción había dejado una fina capa de polvo en la superficie de todo las aulas, sin olvidar los destrozos de la fiesta que le siguió, y se convirtió en la obligación del alumnado llevar a cabo las labores limpieza de la escuela.
Uno diría que una instituto del calibre de Naniwa Kinman donde la mayoría de sus estudiantes y profesorado se encontraban bien posicionados económicamente, no necesitaban caer en tareas mundanas tal como los quehaceres, contrario a cualquier otra escuela de Japón; pero ante los últimos sucesos, la directora Oni había tomado la radical decisión de inculcarles un poco de humildad a los estudiantes y ordenarles el aseo de la preparatoria.
Cada grupo era responsable de su propia aula, desde el pulir y barrer el piso, limpiar las ventanas, sacudir hasta sacar la basura. Las tareas se dividían en general equitativamente entre los alumnos, pero aún así siempre había algunos que buscaban la manera de salirse con la suya perjudicando a otros.
Ese era el caso de Minami Harumi. Una chica de primer año que era fácilmente explotada por un grupo de abusivos del tercer año. Durante toda esa mañana, la pobre chica se había dedicado a vaciar los basureros respectivos de cada salón del tercer piso y no había podido cumplir con las obligaciones que le correspondía. Cuando finalmente terminó, fue un horror para Harumi descubrir que sus compañeros ya tenían planes nuevos para ella.
–¿Qué tal si la ponemos a lustrar todo el piso de salón? –opinó uno de los jóvenes a sus colegas.
–Mejor que sacuda, soy alérgica al polvo –dijo la única chica en el grupo.
–¡Ya sé! ¡Que limpie las ventanas por el lado del exterior! –sugirió de ultimo otro de los chicos. Su propuesta fue aceptada por sus compañeros ante el riesgo que corría tal tarea al hacerlo en el segundo piso.
–Pero... –se quejo la pequeña Harumi con timidez con sus compañeros que la superaban en tamaño y numero –pero necesito regresar a mi salón... debo ayudar a mi grupo.
Los chicos de tercero se irritaron con su interrupción. Todos ellos miraron a la pobre de Harumi con despreció, haciéndola temblar. Uno de ellos, el mayor de todos, se aproximó a la chica y la sujetó de la cabeza como si fuera a exprimir su cráneo de un solo apretón como una fruta.
–Que gracioso –comentó el joven mirándola hacia abajo –, lo dice como si tuviera una opinión. Es mejor que nos obedezcas sin objetar por que podrías arrepentirte de ello –agregó él meciendo la cabeza de Harumi, lo cual dio el aspecto de que la chica asentía ante sus palabras.
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Remembranzas vivas
FanfictionEn un universo alterno en que no existen las fibras vivas, Ryuko y Satsuki fueron separadas de niñas. Con el cumpleaños dieciocho de Satsiki se revela el mayor secreto que su madre le ha ocultado por años y descubre que la persona que más la detesta...