Negación y aceptación

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Kiryūin Satsuki se sentía orgullosa de tener absoluto control de la expresión de sus propias emociones, la vida dura que tuvo durante su infancia la había preparado para ello y muy pocas cosas la consternaban para que perdiera tal capacidad. Debido a esto, la joven de caballera negra continuaba con su característico semblante apacible a pesar que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho. Aquello que perturbaba su sique, era la impresionante demostración de habilidad que daba Matoi Ryūko en el partido de tenis.

La joven Matoi no era una jugadora de tenis con experiencia y eso era fácil de apreciar en su forma precipitada de jugar, pero su energía y dinamismo, la convertían en una deportista dura de vencer. Su velocidad era sorprendente, al igual su habilidad de respuesta; Satsuki pudo intuir que la joven del mechón rojo podía leer con facilidad los movimientos de su adversaria. La capitana del equipo estaba teniendo muchas dificultades para hacer alguna anotación y con menos de treinta minutos de partido, Ryūko ya había ganado un set completo.

–Su saque es muy poderoso –comentó Inumuta Hōka a un lado de Satsuki, mientras seguía grabando el encuentro con su teléfono celular –; sin duda por la fuerza en sus brazos.

Satsuki lo miró de soslayo por un segundo para confirmar lo que había captado entre sus palabras: la admiración. Y era completamente entendible, Matoi Ryūko era una persona impresionante y fácilmente llamaba la atención. Inclusive, la mayoría de los espectadores del partido rápidamente cambiaron sus comentarios sexistas por intensas porras ante las espectaculares capacidades de Ryūko.

Sin duda es el impacto Kiryūin –pensó con calma Satsuki.

Era un hecho evidente y un legado que habían adquirido por parte su madre: una mujer Kiryūin simplemente llamaba atención de las personas y se ganaba su asombro. La forma en que esto sucedía no importaba, meramente pasaba.

Lo lleva en las venas. Definitivamente es una Kiryūin.

Resultaba muy sencillo para Satsuki ver a esta joven de personalidad fuerte, temple imparable y con una presencia intimidante, todo las características de su familia, las que ella misma poseía, su madre y Nui. No tenía más dudas sobre la identidad de esta chica... era su hermana Kiryūin Ryūko.

Llegar a tal conclusión no había sido simple, Satsuki lo había sufrido en carne propia, con una terrible enfermedad que la mantuvo en cama con fiebre por varios días consecutivos. Pero tal posición era entendible, la dulce niña en los recuerdos de su hermana mayor, eran completamente diferente a la regia chica del mechón rojo.

Cuando era una pequeña niña de cuatro años, Ryūko solía ser una chiquilla muy inocente, tierna y completamente dependiente de Satsuki. Era incapaz de valerse por sí misma en cosas muy básicas, como vestirse o alimentarse. Su oneesan siempre se encargó de atender cada una de sus necesidades a pesar de tan solo tener un año más que su imooto. La principal razón se debía a que Ryūko era una niña muy enfermiza y de condición delicada.

Siempre fue un sufrimiento para Satsuki, además como la razón de su supuesta muerte, que la salud de Ryūko estuviera tan comprometida. Recordaba que requería una gran cantidad de medicamentos y mantenerse en unas condiciones casi estériles. Cuando Ryūko vivía con ellas en la mansión Kiryūin, pasaba la mayoría del tiempo encerrada en su habitación altamente higienizada, en la cual la niña odiaba estar a pesar de las órdenes estrictas de Ragyō. Según la "dedicada" madre, era con el solo propósito de protegerla según las instrucciones de los médicos.

Años después, conociendo las acciones de su madre y la verdad de sus perversas mentiras, Satsuki estaba convencida que sin duda Ragyō había exagerado o incluso inventado tales instrucciones, con tal de mantener a su pequeña desgracia fuera de su vista. Sus sospechas fueron luego confirmadas por su padre cuando le explicó la terapia médica a la que había sido sometida Ryūko y que había mejorado su calidad de vida.

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