Todo lo que se puede hacer en un día

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Mankanshoku Mako había llegado unos minutos antes de la hora acordada a la cita con Maiko; fue una suerte que su padre la levantara a tiempo y que su madre les dejara el almuerzo listo, a pesar que esa misma mañana había partido con Ryūko a Tokio.

Después del delicioso almuerzo hecho con amor, Mako tomó una rápida ducha y se colocó su vestido favorito, uno ligero y corto de color celeste, y un suéter blanco que le había regalado Ryūko en su último cumpleaños. El recuerdo de su amiga la deprimió un poco, ya que no había algo que deseara más en ese momento, era que Ryūko estuviera con ella para acudir al parque de diversiones. Pero Mako pronto recordó la promesa que había hecho de divertirse por las dos; forzó en su rostro una sonrisa, alimento a Senketsu y evitó que Guts le robara la comida, antes de salir directo a su cita.

A pesar de solo estar adelantada unos cuantos minutos antes del arribo de Maiko, Mako se quedo profundamente dormida en la banca del parque donde la esperaba. Cuando su nueva amiga la encontró, la jovencita se hallaba extendida a lo largo del asiento, durmiendo boca abajo, con un hilito de saliva escurriendo de su boca.

–Mako despierta –le dijo Ōgure Maiko en tono bajo mientras la sacudía levemente del hombro.

–Eh... ¡Mikisigi-sensei le juró que estaba poniendo atención! –soltó Mako alarmada, alzándose del asiento de un brinco. Desconcertada, Mako miró a su alrededor para percatarse que no se encontraba en clases.

Maiko se rió por debajo, mientras la bella durmiente se rascaba la nunca un poco sonrojada. La recién llegada vestía una falda de mezclilla y un blusón de manga largas color lila, al igual que su medias.

–Vaya Mako-chan, creo que he descubierto tu pequeño secreto –dijo Maiko cubriendo con su mano una maliciosa sonrisa.

– ¿A sí? –preguntó Mako sin comprender que decía.

–Duermes en clase.

–Eh... bueno... –balbuceó Mako sonrojándose aún más.

– ¿Estas lista para ir al parque de atracciones? –le dijo Maiko cambiando de tema y expresión –. Por cierto ¿Dónde está Matoi-san? –agregó volviéndose en una y otra dirección.

El semblante de Mako se oscureció de inmediato, alarmando levemente a la recién llegada.

–Ryūko-chan no pudo acompañarnos –comentó Mako con tristeza que se denotaba en su redonda carita –. Tenía cita con el médico y mi madre la acompañó.

– ¡Cielo santo! No es nada grave ¿verdad?

–No, es solo un chequeo de rutina. Ryūko-chan tiene que hacerlo una vez al mes por lo menos, debido a sus alergias. Pero ella nos pidió que nos divirtiéramos muchos por ella y es lo que vamos a hacer.

Con tono más decidido y con una actitud más optimista. Mako tomó a Maiko de la muñeca y la arrastró detrás de sí en dirección de la parada de autobús para tomar la ruta que las llevaría al parque de atracciones. Estaba resuelta en cumplir con su promesa y en no decepcionar a Maiko. Pero lo que ignoraba la ingenua jovencita, era que su susodicha amiga estaba agradecida por la repentina ausencia de Ryūko. Eso le facilitaba sus oscuros planes.

 Eso le facilitaba sus oscuros planes

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