—Siete años antes—
Era una sensación muy extraña la de experimentar algo por primera vez.
Había un nudo que se formaba en la garganta y en la boca del estómago con miedo y un nerviosismo creciente por la expectativa de un futuro incierto.
Algunas veces podría haber incluso excitación, como la primera vez que se va a probar un helado o saltar al agua de una piscina, pero había otras ocasiones en las que las primeras veces producían un sentimiento irrevocable de huida, ese que ponía cada fibra del cuerpo tensa y los músculos temblaban por el estado precursor del movimiento.
Esta era una de las pocas primeras veces que quedaban en mi vida y estaba sintiendo las piernas como gelatina y la lengua seca con mis dedos recorriendo la correa de mi reloj provisional una y otra vez, sintiendo los relieves rugosos de la tela de alta calidad trenzada para formar una sujeción elegante alrededor de mi muñeca.
Habíamos pasado a través de las puertas principales de la mansión Escalante, propiedad de una amiga de mi cuñada y una de las mejores anfitrionas en el mundo del bdsm que estaba celebrando su aniversario de bodas con su segundo marido por lo alto, con una fiesta que prometía ser la noche más inolvidable de los invitados del lugar.
—Vas a terminar con la tela del reloj.— Jaela Ahmad dijo con diversión hacía mi dirección, estirando sus labios rosados en una sonrisa y luego ajustando su máscara detrás de los bucles de su cabello que caían a un costado de su rostro, enmarcando lo que podía verse de sus bonitas facciones y pareciendo todavía más tentadora.
Jaela era la esposa de mi hermano, misma que fue su guardaespaldas por algunos años antes de que mi hermano le pusiera una trampa para que cayera en sus garras y se quedara con él... pero Jae no era tan sencilla.
¿No era por eso qué estábamos aquí?
Mi hermano no había autorizado esta salida, pero como Jaela estaba molesta con él y se estaba pasando toda su autoridad por los ovarios para mostrarle su punto de vista a la fuerza, terminamos aquí.
Yo no podía estar más de acuerdo con ella en demostrar su punto.
Mi hermano a veces olvidaba que su exceso de cuidado podía ser asfixiante.
Pero... esta decisión...
Solté el aire de mis pulmones con lentitud, tratando de calmarme.
—Ya no estoy tan segura de esto.— Dije, soltando el reloj.
Ya no tenía la confianza en mí misma para volver a ser la misma de antes, para ponerme botas altas, labial rojo, tomar una fusta en mi mano y convertirme en una domina.
No podía hacerlo desde Aren Ostergaard.
No desde que me había enamorado perdidamente de él para que todo terminara tan mal, cayendo hasta el fondo con la reputación de una arribista que embaucaba niños por poder.
Habían pasado cinco años desde ese momento y no había podido continuar con mi vida y ya estaba cansada de esconderme en mi sufrimiento, como si esperara que Aren volviera, como si todavía tuviera derecho a exigir que cumpliera con sus promesas.
No había escuchado nada de él en tantos años, pero ya había terminado de revolcarme en mis recuerdos con él.
Quería sacarlo, arrancarlo de mis recuerdos sin ninguna contemplación y para eso... debía tener sexo con alguien más.
Tal vez así dejaría de soñar con él, tal vez así dejaría de pensar en él cada vez que la necesidad llenara mi cuerpo y tuviera que sentir la frustración y la tristeza cada vez que llevaba mis manos a mi cuerpo y solo su imagen llenara mi cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...