Especial: Estoy aquí.

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Iridiana Ostergaard

Era una noche fresca y el sonido del agua corriendo por una fuente cercana con un delgado palo de bambú hueco de un lado que se llenaba de agua y luego caía por el peso sonaba cada pocos minutos.

Bajo los faroles que emitían una luz naranja por encima de nosotros puse la piedra blanca en el tablero y luego levanté la mirada hacía Taio Luo. Él hombre levantó una ceja hacía mi último movimiento y soltó la piedra negra que había estado sosteniendo con parte de su palma empujando el pequeño tazón lleno de ellas.

— Ganas.— Él dijo.

Lo sabía.

Asentí y comencé a recoger mis piedras blancas para devolverlas al tazón.

— Entonces, ¿Volvemos a los negocios? — Él hombre de mediana edad puso sus ojos sobre los míos.— Mi secretario ha modificado el contrato.

Sonreí con burla.

— No voy a casarme con usted, señor Luo.— Repetí lo que ya había dicho en los últimos cinco días.

Taio Luo me miró con diversión.

— Desde que su esposo cayó de la gracia de...— Negó.— Me corrijo, no creo que Magnus Ostergaard estuviera en la gracia de Jonathan Carswell desde un principio.— Entorné mis ojos hacía él.

Lo peor, era que sabía que sus palabras eran ciertas.

—Como ya ha visto en los últimos días, su padre no la dejará volver con él, incluso la declaró muerta para él, así que no tiene muchas opciones. Lo que propongo es conveniente para usted, señorita Carswell.

— Y para usted, señor Luo.— Dejé caer las piedras blancas a su lugar de origen una por una.

El contrato de matrimonio que ofrecía era porque necesitaba una esposa trofeo para asumir el puesto vacante de nuevo presidente, una dama con ciertas habilidades y con una posición fuerte en el bajo mundo para poder seguir manteniendo su poder. A cambio de convertirme en la primera dama y en la próxima heredera a su par de la mafia China, tenía que proporcionarle un heredero.

Las condiciones del contrato eran muy claras y frías, lo suficiente para ser una buena propuesta, considerando el poder y el dinero que obtendría por firmar un papel y tener un hijo suyo.

Antes de Magnus hubiera aceptado sin pensarlo dos veces.

Solía funcionar así, colocando en una balanza los pros y los contras para terminar tomando una decisión sin emociones molestas. Pero ahora la idea me parecía ridícula.

Taio Luo no se quedaba atrás con los beneficios que obtendría, lo sabía ahora que conocía mi identidad cómo la hija de Jonathan Carswell.

De la noche a la mañana me encontraba en una posición de poder elegir entre hombres poderosos solo por la sangre que corría en mis venas. Por ser la moneda de cambio para poder acceder a él.

Taio Luo no había sido el único que me había visitado cómo buitre en los últimos cinco días con una propuesta de matrimonio y ni siquiera se inmutaron cuando les dije que estaba embarazada.

Era casi ridícula la atención que tenía, así como la cantidad de flores y obsequios que recibía. Pero más ridículo era que Jonathan Carswell me ordenó considerarlas seriamente, agregando que la mejores opciones radicaban en Taio Luo, que me ofrecía el puesto de primera dama; en Kenzo Itō, el heredero de la mafia japonesa y en Caleb Escalante, el heredero de la corporación Escalante.

De los tres, el único que parecía tener una mínima decencia y con quien tuve una mejor conversación fue Caleb Escalante, pero eso no significaba que pensara casarme con él.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora