Especial: Tu y yo no somos amigos.

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Ginevra Romano

— Ya está.— Solté el lápiz y le pasé la imagen a mi padre.— Es el hombre que estaba en el callejón. La luz no era clara, así que...

— Está bien.— Mi padre me interrumpió y le pasó la hoja de papel a uno de sus hombres.— Ve y encuentralo.— Le ordenó y él subordinado de mi padre se marchó con pasos silenciosos.

Puse mis manos en el escritorio y me preparé para levantarme, pero antes de eso miré a mi progenitor.

— ¿Puedo levantarme? — Pregunté.— Estoy cansada.

— Es extraño.— Gabriele Romano se cruzó de hombros.— Últimamente no te has quejado ni una sola vez al salir. ¿Pasa algo?

Negué, desviando la mirada hacía el televisor colgado sobre la pared dónde se estaba transmitiendo la ceremonia de luto de la familia Dimark por la muerte de Erik Ostergaard. Presioné mis labios y junté mis palmas en mi regazo.

No me había encontrado muchas veces en la vida con el rey de Dimark, pero las pequeñas interacciones en mis recuerdos estaban marcadas con respeto por él, así que me parecía muy triste que falleciera a este punto de su vida, dejando a su esposa destrozada y a una pequeña que nunca conocería al hombre que despertaba admiración por cualquiera que lo hubiera conocido.

Miré a mi padre, quién se había recostado en su silla y entrelazado sus dedos, rozando las puntas de sus pulgares.

— Es una lástima.— Dijo.— Cuando un Leone muere, nadie se queda tranquilo.— Entornó los ojos hacía la pantalla cuando apareció en la pantalla el nuevo rey de Dimark, Aren.— El mundo va a cambiar. Debemos de estar preparados para eso.

— ¿Es tan importante? — Pregunté fijando mi atención en los ojos verde olivo de mi padre, sus facciones en mis recuerdos no habían tenido ningún cambio desde que era niña, manteniéndose bien conservado físicamente.— ¿La sangre Leone?

— Tal vez hace noventa años no era tan relevante.— Mi padre dijo.— Pero mi padre solía decir que cuando Valentino Leone tomó el control de la familia hizo pedazos el viejo sistema, la sangre corrió y Roma se convirtió en territorio Leone, después de eso no han hecho más que ascender.— Señaló.— El matrimonio de Angelique Leone con Klaus Ostergaard solo fue el principio y la cereza del pastel fue Nestore Leone tomando el control de un país extrangero.

— Pero después de la muerte del rey, ¿No deberían calmarse las aguas? — Pregunté.— "Muerto el perro, se acaba la rabia".

Mi padre sonrió.

— Eso funciona cuando es un solo perro.— Él señaló.— No cuando agitas al avispero.— Pausó la transmisión en vivo de la familia real apareciendo en pantalla. Los que podían estar presentes.— ¿Recuerdas el alias que apareció sobre el expediente negro de Namzia?

— ¿La noche roja? — Fruncí el ceño. Recordando que estando en una de las reuniones con mi padre fue mencionado por sus hombres que tuvieron problemas en una extracción porque en un país aledaño había comenzado una disputa que terminó en guerra de guerrillas por los problemas con su gobierno, pero que dos días después se produjo una masacre de ambos bandos con un avión de caza. Mi padre había rastreado el avión, tratando de contratar al piloto, pero solo dio con la carcasa.— ¿Androctonus? ¿Está relacionado con Erik?

—No.— Mi padre respondió.— Descubrí hace no mucho que el piloto era Aren Ostergaard y que se apoderó del territorio con un prestanombres.

Levanté mis cejas.

— Nunca imaginé que él primer Ostergaard pudiera ser capaz de eso.— Admití.— Creía en los rumores sobre sus tendencias libertinas.

— Tengo curiosidad.— Dijo mi padre.— Ahora que los Ostergaard han perdido su escudo contra el mundo, ¿Qué harán para enfrentar su realidad?

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora