Especial: Si no me hubiera arriesgado.

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Eleonor Carswell

— Entonces.— Llevé mis botas a la mesita frente a mi y las subí, ignorando a Conrad que acababa de fruncir el ceño ante mi movimiento.— Queremos creer que alguien hará un movimiento durante la gala, ¿No es así? Y por eso.— Señalé los planos del edificio.— Hay plan a, b y c.

— Y el d.— Dijo Alvize con una sonrisa.— Ese es en caso de que los primeros tres fallen.

— Es cierto que si la seguridad es violada por fuerzas superiores, lo único que queda es formar un escudo para los países más importantes en la gala.— Mikhail dijo, mirándome.— Los hermanos Diavolo se encargaran de formar ese escudo y en caso de que algo suceda, tu liderarás a los equipos alfa, beta y delta para que evacuen a los funcionarios.

Levanté una ceja.

— ¿Tenemos información sobre a quién será dirigido el ataque o debo evacuar a todos indiscriminadamente? — Cuestioné.

— Hasta que exista una nueva orden, a todos.— Dijo Mikhail.— La seguridad será fuerte, pero con la suficiente motivación podríamos enfrentar problemas. Lo mejor será estar preparados para el peor de los escenarios.

— ¿Qué hay de la armería? — Alvize preguntó.— ¿Será custodiada lo suficiente? Porque no solo las armas se encuentran ahí, sino también las llaves para cerrar toda área subterránea y de salida del lugar.

— Estaré controlando las entradas y salidas con un sistema de seguridad avanzado.— Dijo Conrad.— Puedo asegurar que no accederán a ellas.

— Bueno.— Me di unas palmaditas en la pierna.— Entonces, ya está, el plan magistral para asegurar el poder del mundo.— Miré a Alvize con una sonrisa.— Muero de hambre, ¿Y si conseguimos pizza?

***

— ¿Zona A? — Le pregunté al líder del equipo alfa.

—Cubierta, señor.

— ¿Zona B?

—Cubierta, señor.

— ¿Zona C?

— En posiciones, señor.— Quité mi dedo del auricular en mi oreja, terminando con la comunicación y terminé de enredar las agujetas de mis botas alrededor de mi pantalón, luego hice un nudo y lo escondí debajo de la lengua.

Puse mis pies en el suelo y tomé el cuchillo sobre la mesa para colocarlo en mi cinturón. Los gemelos también terminaron de revisar sus cargadores y asegurarlos en su uniforme. Ambos se separarían para cubrir el máximo de espacio durante la gala.

— ¿Saben? Estaba pensando llevarlos a un lugar muy bueno de solyanka al final del evento.— Dije de manera despreocupada.— Es veinticuatro siete, así que no importa la hora que acabemos.

Alvize sonrió.

— Me gusta, no sé qué sea, pero parece exótico.— Dijo.

— Es caldo.— Le respondió su hermano y luego me miró a mi. Había estado muy serio desde aquel día, pero aún me trataba igual que antes. No agregó nada más y se volvió hacía Alvize, pegando su frente con la de su hermano gemelo.— Amo tuo fratello.

— Ti amo anch'io, fratello.— Respondió Alvize. Justo antes de separarse siempre hacían eso, según Alvize era por si alguno de los dos fallecía, así que se decían lo que podrían ser sus últimas palabras y luego tomaban sus propios caminos.

No importaba cuantas veces lo viera, siempre se me hacía un nudo en la garganta cada vez que lo hacían. Desvié la mirada y comprobé mi arma una última vez para tranquilizarme cuando sentí un aura imponente ponerse frente a mí. Levanté la mirada y vi a Dante Diavolo. Su semblante era serio y sus ojos no me dejaban ver mucho sobre su estado de ánimo. No dijo nada, solo tomó mi cabeza y besó mi frente antes de salir.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora