Viveke Ostergaard
— ¿Qué significa esto? — Salté cuando Mikhail dejó los papeles con fuerza contra la mesa. Los miré y rápidamente me di cuenta de que era el comprobante de transacción del dinero que le había hecho a Zoa. Me mordí el labio, nerviosa al escuchar el tono de ira en Mikhail, un tono que a mi nunca me había dirigido. Hasta ahora.
— Ella...— Comencé, tratando de explicarme.
— ¿Qué fue lo que te hizo, Viveke? Ella nunca se metió contigo, ni con nadie. ¿Por qué la humillas de esta manera? ¿Ofrecerle dinero para que me deje? ¿Quién demonios te crees para hacer eso?
— ¡Ella me lo pidió! — Le grité, poniéndome de pie y arrugando los papeles para lanzarlos a él.— ¿No entiendes que es una zorra cazafortunas, Mikhail? Ella te buscó a propósito, te sedujo y te hizo creer que te ama, ¡pero te está mintiendo!
— ¡¿Y con qué derecho me dices que me miente?! — Mikhail me tomó de los brazos con fuerza y me sacudió.— ¡No sabes ni una mierda sobre nosotros! ¡¿Por qué te metes en mi vida, Viveke?!
Las lágrimas salieron de mis ojos y se me escapó un sollozo, pero no me detuve. Estaba desesperada porque entrara en razón, porque volviera a ser mi mejor amigo y él hombre que amaba.
— ¡Por qué si! — Le grité.— ¡Por qué ella no vale nada, Mikhail! Ella solo te está usando. Entiende, tú y yo...
— ¿Es por estatus? — Mikhail me soltó.
—Mikhail, tu no eres así. No eres tan impulsivo, no desobedeces, ni te molestas con tu madre porque te sugirió que te tomaras las cosas con calma. Yo solo...— Me barrí las lágrimas.— Volvamos a ser como antes.— Me acerqué a él y me aferré a su camisa.— Por favor, Mikhail, volvamos como antes... cuando eras mío, cuando...— Mikhail me empujó.
— ¿Tuyo? — Su rostro se distorsionó como si lo hubiera golpeado y luego se rió.— ¿Cuándo fui tuyo? ¿Me considerabas un objeto, princesa? ¿Un juguete para poseer?
— No, yo...— Traté de acercarme de nuevo, pero él retrocedió y endureció sus facciones.
— Yo nunca fui tuyo, Viveke Ostergaard. Y ahora que te veo solo puedo ver a la verdadera princesa mimada de Dimark que siempre tuvo lo que quería y no sabe manejar el no salirse con la suya. Eres patética y me das asco.
— Mikhail.— Sollocé, temblando, pero a él no le importó. Me estaba viendo como si fuera un insecto horrible e insignificante y eso me destrozó el corazón.
— No te acerques a mí de nuevo o voy a matarte, Viveke.— Dijo.— Considera como un regalo todo el tiempo que antes perdí contigo.
— ¡No! ¡Mikhail, espera! — Lo seguí cuando se dio la vuelta, pero Aren me sostuvo por la cintura, deteniéndome. No lo había visto llegar, pero su presencia fue muy clara con el olor a alcohol de su cuerpo que pasó a través de mi nariz.
— Déjalo ir.— Dijo contra mi.— Si lo sigues vas a terminar peor.— Temblé contra mi hermano mayor y luego me dejé caer en contra suyo, llorando a lágrima viva con un dolor insoportable en el pecho.
Aren no dijo nada, permaneciendo callado, pero sosteniéndome mientras me caía a pedazos.
***
Aunque mi cuerpo estaba reacio a responderme, mi mente seguía resistiéndose a Maxim Kozlov.
Permanecí quieta y con la mirada clara con la vista en la esquina superior de la habitación sintiendo sus brazos alrededor de mi cintura y su aliento en mi cuello. Estaba despierto, aunque no buscaba mantener una conversación conmigo.
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Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...