Capítulo 6: ¿Quieres llorar, Aren?

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— Mi hermano y yo éramos parias entre los príncipes.— Dije, rozando mis dedos entre sí.— Su madre fue asesinada por adulterio por nuestro padre y la mía murió a causa de una exploción por terroristas que apuntaban a mi progenitor.

Había tenido una catarsis emocional después de nuestra primera sesión en el rol dominante/sumisa y por ese motivo ahora estaba sentada en su sillón, contándole mi historia y explicándole mi vida a él.

Pensé que sería más difícil, que mis labios se negarían a hablar como tantas veces en el pasado cuando intentaba tener alguna relación con alguien y me parecía una broma mostrarle mis inseguridades a la otra contraparte, pero en este momento, sin poder verlo y habiéndome acostumbrado a él, parecía que todo salía sin ningún problema.

Cómo si fuera tan natural desnudar mi alma como mi cuerpo ante sus ojos.

—Sin la protección de mi madre en el palacio y mi hermano en la guerra fue fácil para la esposa principal de mi padre convertirme en criada. Servía a mis medios hermanos diariamente y hacía diversas tareas mientras trataba de sobrevivir hasta que Assim volviera.— Tragué y crucé mis tobillos, reconociendo haber llegado a la parte más traumática de mi vida.— Pero un día mi padre me vendió.— Agradecía que no pudiera ver el dolor de ese recuerdo en mis ojos y que mi voz no se rompiera.— Me casaron a la fuerza con un general y él tomó todo lo que quería de mí antes de que Assim me rescatara.

—Puedo preguntar.— El dijo.— Esa fue tu primera experiencia, ¿No es así?

Asentí.

— La relación que has tenido antes con tus sumisos, ¿Les has permitido tocarte libremente?

Negué.

— ¿Podrías afirmar que tu mayor conflicto se encuentra en que te toquen o que te tomen como ese hombre lo hizo?

Me mordí el labio.

— No lo sé, mi último sumiso fue la primera vez en mi vida que tuve sexo consensual y lo sujeté, pero al final estuve en la misma posición y aunque tuve un breve momento de pánico, pude llegar al orgasmo, tal vez porque seguía atado de las muñecas. Aunque en un segundo intento, sin estar atado no pude soportarlo.— Había lanzado a Aren fuera de la cama y no quise darle ninguna explicación cuando me preguntó la razón de mi comportamiento.

—Pero no sabes cómo podrías sentirte si pongo restricciones en ti.— Él dijo y yo negué de nuevo.— ¿Qué es exactamente lo que te aterra, Andras? ¿Sentirte vulnerable o a merced de las decisiones de alguien más?

—La impotencia.— Bajé mi tono de voz.— No poder defenderme, no poder hacer nada por mi vida o por mi seguridad. Sentirme de nuevo tan pequeña y frágil como ese día...— La sola idea me aterrorizaba.

— Y sin embargo estás aquí.— Él dijo.— Eres muy valiente, mi vida.— Percibí su aroma, sabiendo que estaba cerca y por inercia levanté la cabeza.— Una mujer muy impresionante.— Su aliento golpeó mis labios y yo olvidé donde estaba el mío.

No había comprendido hasta ese momento lo mucho que necesitaba escuchar las palabras de validación salir de sus labios.

Que él me dijera las cualidades que veía en mí, que me diera cumplidos cuando me abría a él o cuando hacía algo bien...

Una parte de mi cabeza me decía que él era peligroso, que probablemente me estaba manipulando después de saber que siendo rechazada por mi padre desde que era una niña, tenía un severo problema con ese tema.

Que el hecho de que me tratara como una niña a la que se debía cuidar y escuchar me estaba desarmando como nadie nunca lo había hecho.

Que si no me iba, él sería mi perdición.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora