Capítulo 25: ¿Te matará comer conmigo?

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Era la primera vez en mucho tiempo que me tomaba la molestia de asistir a algún evento político, pero después de que Jaela se fuera, tenía el suficiente tiempo libre para sentirme agobiada sin nada que hacer, porque eso me llevaba de regreso a la depresión.

A pesar de que decidí volver, fue solo cómo oyente en la parte superior de la sala de reuniones dónde podía ponerme cómoda en un escritorio y escuchar todo sobre las reuniones sin que nadie me viera, ni tener que saludar a nadie.

Me sentía un poco pesada y agotada por el embarazo. Era algo normal y todo parecía en orden, así que solo podía pasar los días hasta su nacimiento. Pasé mi mano por mi abdomen de seis meses y con la otra sujeté la taza de té frente a mí, el humo salía todavía de ella, pero la temperatura transmitida a través del material había disminuido.

Los nobles seguían llegando y Aren sería el último, para comenzar con la reunión matutina del día. Erik salía llegar una hora temprano y los escuchaba hablar desde esta posición por un buen tiempo, así el podía analizar la postura de cada uno de ellos sin su máscara de hipocresía.

El aire acondicionado en esta ocasión era deficiente, así que el frío del próximo invierno se filtraba entre el aire y me ponía los vellos de punta. Eso y las conversaciones sin sentido que escuchaba abajo.

—... un dilema.— Reconocí la voz del conde Srensen.— Nos acorraló como si fuéramos ganado pendiente de marcar.

— Su majestad no es su hermano, conde. No es tolerante.— Le respondió su compañero, seguramente Moller.— Si no cuidas tu lengua esta vez, podrías irte despidiendo de ella.— Había un rastro de burla en su tono.

— ¿Vamos a seguir permitiendo qué nos traten así? Si nos descuidamos un momento, nos comerá vivos. Ahora es cuando podemos hacer algo. No está establecido, en cambio, su majestad la reina podría estar esperando un heredero varón y si fuera así, podríamos apoyarla para que se convierta en la reina regente mientras el heredero nace.— Srensen dijo, seguramente atrayendo la atención de otros a su alrededor.

— No seas imprudente.— Su compañero le dijo.— Decir tales palabras son consideradas traición.

¿Y usarme como su peón? Sonreí levantando la taza a mis labios. Estos hombres no se cansaban de buscar problemas. No me interesaba estar al frente del país, ni convertirme en una marioneta a manos de los políticos.

Aunque su conversación era muy ilustrativa. Podía hacerme a la idea de su nueva postura y que a los hombres de poder no les estaba agradando tenerlo a él en el mando. No me parecía sorprendente, al final, la naturaleza de Aren siempre fue fracasar.

Bajé la taza, colocándola de nuevo en la superficie de la mesa y luego moví mi pie, esperando escuchar más ideas especulativas, pero en ese momento Aren fue anunciado. El silencio de inmediato recorrió toda la sala, al punto en que podía escuchar el sonido de sus zapatos recorrer el camino hasta el asiento en la mesa principal.

Mantuve mi mano abajo, esperando que comenzara a hablar, pero no lo hizo. Pasaron alrededor de dos minutos de silencio sepulcral hasta que alguién habló.

— Su majestad, tengo un informe sobre la asamblea llevada a cabo por la Organización de las Naciones para la Unión de Occidente y las Américas, declararon un estricto cumplimiento de los Estados con la obligación de no intervención en asuntos internos de cualquier otro Estado para asegurar la convivencia pacífica internacional. Reiteran, específicamente recordar que cualquier país con un conflicto político debe abstenerse de cualquier coerción política, económica o de cualquier otra índole contra la independencia política y la integridad territorial de cualquier Estado.— Esa era la voz de Michael, el secretario de seguridad nacional.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora