Especial: Sin cuchillos.

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Iridiana Ostergaard

Eleonor Carswell desde el momento en que llegó al lado de Alvize Diavolo parecía estar en modo automático.

Así que si se había enamorado muy fuertemente de Dante Diavolo, ¿No?

Hasta lo que sabía el pronóstico no era bueno, pero esperaba que algo pasara. La pobre chica merecía la oportunidad de estar con ambos hermanos. La pérdida de uno de ellos sería desastrosa para las partes que quedaran.

Sentí repentina hambre cuando vi aparecer a Magnus en la sala de reuniones en la mansión de Maxim Kozlov con una bolsa de gomitas de panda y sonreí encantada cuando se puso frente a mi y las ofreció en mis manos. Las tomé, adorando a mi marido en silencio y me llevé unas a la boca.

Tenía ganas de echarlas en salsa de tomate.

Ese raro antojo se había instalado en mi cabeza por la mañana, pero al reconocerlo decidí mejor ocultarlo. No era algo que solía hacer y Magnus no tardaría en sumar uno más uno que le daría tres, así que me conformé con el sabor limpio de las gomitas entrar a mi boca y las mastiqué con calma.

La sala de reuniones en la mansión Kozlov era bastante grande, tenía una mesa rectangular larga en el centro de caoba, las sillas eran de cuero negro con ruedas y reclinables para la comodidad de quién se sentara, pero para mi gusto mejor me senté en uno de los archiveros altos que estaba cerca del área de proyección y observé a Eleonor sentarse en una de las sillas y a Alvize colocandose del otro lado, tomando su mano.

Maxim Kozlov entró un momento después, recién salido de la ducha con su cabello mojado cayendo desordenado y un tanto rebelde, su atuendo consistía en ropa casual y un discreto reloj plateado en su muñeca.

Era curioso, viéndolo así, podría decir que estaba de muy buen humor.

Levanté una ceja cuando él fue el primero en decir buenos días y luego se dirigió hasta el asiento principal.

— Pareces reluciente.— Comenté, viéndolo.— ¿Es un buen día?— Él ruso me echó una breve mirada divertida, pero no respondió mi pregunta pasando su atención a Magnus a mi lado.

— ¿Y bien? ¿Qué tienes para darnos? — Le preguntó.

— Intrigas.— Magnus respondió caminando cerca de Kozlov y con el control del proyector lo dejó de poner en espera para mostrar las imágenes en pantalla.Una de ellas, mostrando al presidente Murphy y a Hu en una reunión secreta— Nuestros amigos los asiáticos y los estadounidenses decidieron aplicar la de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" para derribar a Dimark y todos los países que tengan tratos con él.

— Se reunieron para acordar un ataque a Estados Unidos y culpar no solo a la organización de seguridad, sino a Rusia y a Cantlea para dar un golpe inicial, creando restricciones a ambos países para que no puedan interceder por Dimark en caso de que estalle la guerra.— Dije.

—Skaratt.— Dijo Alvize.— La frontera con Dimark está caliente y además se ha descubierto que ha sido el país de las armas quién precisamente ha estado provocando al pequeño país de que ataque Dimark bajo la excusa de que van a respaldarlo.

— A Cantlea de pronto le estalló una revolución familiar, así que Roderic estará muy ocupado.— Agregué.— ¿Qué dices de Rusia?

Kozlov levantó una ceja.

— No van a hacer validar sus restricciones. Si insisten, el país afectará a otros aliados suyos que tampoco podrán apoyarlos en caso de guerra.— Maxim dijo.— Pero podremos quitarnos el problema de raíz, ¿No es por eso qué estamos aquí? — Sus ojos azules se posaron sobre los de Magnus.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora