Capítulo 31: Es igual que su madre.

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— ¡Rojo, rojo! — Eidween dijo con entusiasmo, apuntando a sus labios varias veces. Negué divertida, ¿Qué tenía Eidween con el pintalabios rojo? Si me descuidaba al menos un segundo, volvía a desaparecer uno de mis cosas.

Terminé de bajar el vestido rosa y luego eché un vistazo a sus moños sobre la parte superior de su cabeza. Se veía encantadora.

— ¿Ya estás lista, amor? — Pregunté girándome hacía Aasiya, quién estaba leyendo un libro de animales exóticos que le había regalado Erik en su cumpleaños número seis y estaba absorta en las imágenes, agitando sus piernas en el aire con el abdomen sobre las sábanas de mi cama.

Me había sorprendido mucho cuando llegó el primero al cumplir cuatro años, pero luego le encontré mucho sentido si había preparado algo para mi todos los años, también lo había hecho por Aasiya en sus cumpleaños.

Eran regalos muy bien pensados, ya que a los cuatro fue un rompecabezas, a los cinco una muñeca y a los seis el libro, todos llegaban con una carta de Erik y Aasiya me había pedido que se las leyeras todos los días para conciliar el sueño y solo recientemente había reafirmado su autoridad leyendo la carta por si misma y luego yendo a dormir.

— Si.— Aasiya dijo y cerró el libro con cuidado, colocandolo en mi cajón fuera de la vista de su hermana y luego se puso de pie, se alisó su vestido blanco y se colocó a mi lado, viendo a su hermana menor reírse al verla y estirar sus manos hacía ella. Aasiya la ignoró y retrocedió un paso.— Faltan dos minutos.— Dijo.— Su majestad debe estar esperando.

— Claro.— Le ofrecí la mano a Eiddween para que la tomara y la ayudé a bajar de la cama, comenzando el camino fuera de la habitación. Aasiya se adelantó, tomando nuestras máscaras del tocador y luego lideró el camino.

Mirándola desde atrás no pude evitar sonreír al darme cuenta de que ya caminaba como una pequeña dama con la mirada al frente y pasos decisivos. Nos llevó hasta la entrada principal dónde efectivamente estaba Aren recargado contra la puerta del copiloto del automóvil que nos llevaría a las fiestas. El rey de Dimark se veía un poco más relajado que en sus atuendos del día a día, llevando pantalones de algodón color azul, una camiseta blanca y zapatos marrones.

— ¡Papi! — Eiddween gritó de inmediato al verlo y me soltó para correr hasta dónde él estaba, abrazándose a sus piernas. Aren la levantó en sus brazos y aplastó su nariz a modo de juego, ella se rió, poniendo sus manitas sobre la muñeca de Aren.

Había tratado de corregirla muchas veces antes de decirle así a Aren, pero ella simplemente no escuchaba y al final, cuando el mismo Aren le dio el permiso de hacerlo, simplemente no pude hacer nada más. Solo sentirme conflictuada en silencio cada vez que Eiddween le decía padre a Aren.

Miré a Aasiya, quien permanecía indiferente al intercambio. Al menos ella no había adoptado las malas costumbres de su hermana.

— Bueno, es hora.— Dije, echando un vistazo al reloj.

— Te ves bien, Milenka.— Aren dijo, mirando mi atuendo.

— Gracias.— Respondí. En realidad no era la gran cosa, solo me había puesto una falda blanca y una blusa color azul cielo porque mi máscara tenía nubes dibujadas.

Aren abrió la puerta para nosotros y entramos al vehículo, en vez de quedarme en el copiloto permití que fuera uno de los guardaespaldas el que se subiera y yo me quedé atrás con las dos niñas. Las aseguré con el cinturón de seguridad y luego ajusté el mío. Cuando las preparaciones estuvieron listas, inició el camino para ir a las fiestas.

Eidween estaba emocionada, apuntando por el paisaje que veía a través de la ventana y hablando con Aren contando y preguntando cosas sin sentido durante todo el trayecto, tenía suficiente energía por todos los demás. Aasiya no dijo mucho, solo se recostó en mi brazo cuando su hermana quiso dirigirse a ella y fingió quedarse dormida para que no la molestara.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora