Eleonor Carswell
Mi padre decía que me parecía mucho a la abuela y a mi me agradaba mucho la madre de mi padre, aunque era consciente de que tenía tantos secretos como días de vida en el mundo.
Elisabetta Giulani, después Leone y ahora Emil Carswell tenía un pasado más allá de lo impresionante, aunque de lo único que ella se arrepentía era de casarse demasiado pronto y de ser madre a una edad temprana. Y aún así eso no la detuvo en ningún momento de lograr ser una mujer con mucho poder e influencia, tanto por la vía legal, como por el inframundo.
Cuando Elisabetta se dio cuenta de mis tendencias a salir del radar de mis padres y de meterme en problemas, además de mis claras inclinaciones por el género masculino, me dio un par de consejos.
Y luego me citó varias veces a pasar vacaciones en su residencia para pasar tiempo de calidad juntas y fue en parte así, pero también le pagaba a entrenadores personales para que me entrenaran sin que mis padres se dieran cuenta.
A Elisabetta Giulani no le importaba si me rompían la nariz frente a ella o me apaleaban hasta que lloraba en el piso. Ella no tenía piedad, porque mis enemigos tampoco la tendrían.
Gracias a eso pude no solo descubrir mis propias fortalezas y limitaciones, sino mantenerme a salvo de los depredadores en el mundo. Aprendí a conocerlos y a ponerle atención a cada fibra de mi cuerpo cuando tuviera el peligro respirandome en la nuca.
Y Maxim Kozlov era ese peligro que no dejé de sentir en ningún momento desde que apareció en su deportivo para acompañarnos.
Sus pasos eran pesados detrás de Viveke, su respiración apenas audible y olía a tabaco caro, del mismo que estaba en mi bolsillo lateral, junto con un encendedor que le robé a Escalante en la última vez que lo vi.
Me mordí el interior de la mejilla recordando mi último encuentro con Caleb Escalante en mi cabeza.
¿Por qué había hombres tan guapos en el mundo? Se me hacía agua la boca de solo recordar sus abdominales bien marcados y esa expresión cínica en sus labios cuando le digo que por ningún motivo me quedaré a pasar la noche con él... solo para terminar en su penthouse y en su cama.
Caleb era la personificación de la tentación del pecado y yo era demasiado débil como para resistirme a esa cara.
Desafortunadamente, él quería algo más de mi que solo mi cuerpo y yo me sentí muy incómoda cuando en nuestro último encuentro él me preparó la cena, me regaló flores y luego me propuso matrimonio.
Así se fue un año de buen sexo a la basura.
Lo arruinó todo.
¿Creía que por ser mi primera vez me quedaría eternamente con él? Era absurdo. No tenía ninguna necesidad de ponerme una correa alrededor del cuello y luego ponerme un anillo que me parecía igual que lo primero e incluso peor.
¿Cuánto tardaría en querer controlar mi vida? ¿O en esperar que le dé descendencia? Ni siquiera sabía si quería tener hijos y no tenía ninguna prisa por disminuir mi ritmo de vida y dejar de conocer a nuevas personas y nuevos lugares para quedarme en una mansión como esposa trofeo. Pero Caleb era muy guapo...
Cuando regresara, podría verlo de nuevo y si se le habían pasado sus absurdas ideas, tal vez podríamos divertirnos un poco más.
Habían pasado poco más de siete horas y arriba el cielo estaba comenzando a proyectar una luz decreciente que me hizo detenerme súbitamente, tomando conciencia del tiempo transcurrido y Viveke se estrelló contra mi espalda, su aliento agitado sonó con más fuerza, como el de un perro asoleando, aunque ella trató de esconderlo retrocediendo un paso y jalando aire para recuperar su estado de normalidad.
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Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...