Erik volvió con Aren cerca del anochecer, cuando la luz no era suficiente, pero todavía no cubría todo en la penumbra. Lo llevaba a su espalda, él inclinado hacía enfrente para que la gravedad le ayudara a sujetarlo, lo apoyé a pasar a través de las puertas, moviendo los pies de Aren para que no se golpearan con los laterales de la entrada.
Los últimos días no había podido arrastrarlo al catre por su peso y lo había estado tratando en el suelo, pero Erik si pudo llevarlo ahí y depositarlo en él. Mantuve su cabeza entre mis manos para que no se golpeara y después lo acomodé apropiadamente, su piel se sentía más fresca y su rostro estaba relajado, durmiendo sin inquietudes.
—Funcionó el baño.— Comenté, despejando un mechón que estaba encontrado con sus pestañas y luego retrocedí, mirando a Erik, quien estaba estirándose hacía atrás después de dejar la carga que había estado llevando.
—Y los antibióticos.— Dijo Erik.
—¿Cómo los conseguiste? — Le pregunté, recordando que me había pedido que le diera una caja de primeros auxilios al llevárselo.
— Terminé desviándome del camino.— Erik se llevó la mano detrás de su cabeza.
—¿Tuviste problemas? — Pregunté acercándome al fuego que había creado con los pocos materiales que me habían quedado y me arrodillé para mover con un palo delgado la madera que ya estaba cerca de apagarse. Tomé uno de los vasos de metal de una cantimplora y vertí la sopa que había preparado, encontrada entre las cosas de Erik, pasándosela.—Nosotros nos encontramos con cinco hombres armados, parecía que sabían quiénes éramos y nuestra ubicación.
— ¿Y qué más pasó? — Erik preguntó acercándose.— Ven.— Me ofreció su mano, la tomé poniéndome de pie y lo dejé conducirme hasta dónde estaba Aren acostado. Seguía semidesnudo, pero ahora su ropa interior estaba mojada y se adhería a él como una segunda piel, sin dejar mucho a la imaginación. Evité esa vista y miré a Erik, quién se había sentado a un costado del catre y levantó a Aren para recostarlo contra su pecho.— Ayúdame a alimentarlo.
—Uhm, bien.— Dije, acercándome, tomando la cuchara llenándola solo a la mitad y me acerqué a él. Erik sostuvo su rostro y abrió sus labios.
— Aren.— Lo llamó, sacudiendolo un poco.— Hermano, te voy a alimentar. Tienes que tragar, ¿Entiendes?—Aren emitió un suave sonido de afirmación, aunque no parecía precisamente entenderlo y Erik me miró para que comenzara. Llevé la cuchara a los labios de Aren y vertí el líquido por la comisura de sus labios como si fuera un niño para que no cayera directamente en su garganta y pudiera ahogarse, eso le dio tiempo de darse cuenta de que tenía la comida en la boca y tragó.
— Aren se encargó de los hombres, de la mayoría y continuamos avanzando.— Dije, volviendo a llevar la cuchara con alimento a los labios de Aren.— Nos agarró la lluvia y él encontró solo un lugar reducido para esperar a que pasara. Se quedó fuera y al llegar aquí se derrumbó. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué te desviaste?
—Según el mapa creí que tenía más posibilidades de encontrar algo útil dirigiéndome al lado contrario. Fue más complicado, pero al final pude traer algunas cosas útiles.— Dijo y de pronto sonrió.— Me propusieron matrimonio.
Parpadeé varias veces y luego me reí.
— ¿Y qué respondiste? — Pregunté.
— Que me sentí halagado, pero que con ella teniendo cinco años sería difícil.— Dijo.
Negué.
— ¿Y decirle que tenías esposa no era una opción? — Pregunté con diversión creciente, llevando una nueva cucharada de sopa a Aren.
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Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...