— Mamá dijo que no debes molestar a las visitas.
— Pero quería verla, mamá dijo que era bonita.
— Si nos encuentra ella, nos vamos a meter en problemas y también nuestra madre, así que ven Lila.
—Uhhm, no es justo, ¿Por qué esa bruja nos prohíbe entrar?
— No le llames así...— Abrí los ojos cuando las voces se alejaron y permanecí viendo el techo que tenía una lámpara de cristal romboide y se veía muy opulenta para estar en un lugar como este. Parpadeé varias veces más, sintiéndome cada vez más despierta y cuando tuve la motivación suficiente me incorporé y vi la puerta.
No había nadie.
Podría jurar que escuché voces de niños momentos antes.
Me llevé la mano a la frente y desvié mi atención al resto de la habitación. Tablones de madera en el piso, puertas de un armario, dos muebles altos, un dossier con espejo que apuntaba hacía la puerta y dos pequeños muebles a cada lado de la cama. Todo parecía demasiado íntegro.
¿Dónde estaba?
Escuché pasos acercarse y luego miré a Erik aparecer a través de la puerta con un vaso de agua, él sonrió al verme.
— Estás despierta.— Dijo. Correspondí el gesto, aliviada de verlo antes de comenzar a ponerme nerviosa.
Él se acercó y puso el vaso entre mis manos. Su piel se sentía fría y su cabello estaba suelto sobre sus hombros, todavía mojado por una reciente ducha. El cuello de su camisa tenía dos botones sin abotonar, mostrando el nacimiento de su cuello con un ligero rastro de humedad. Se me secó la boca ante la vista y terminé llevándome el vaso a los labios para disimular el hambre de mis ojos.
Erik se sentó a mi lado en la cama y recargó su barbilla en mi hombro.
— Me asustaste.— Dijo con un tono bajo.— ¿No dejaste de tomar tus pastillas en ningún momento?
Negué.
—Solo fue una gran impresión.— Dije bajando el vaso después de tomar.— Que me apuntaran con un arma y amenazaran tu vida fue difícil. Supongo que mi cuerpo no pudo soportarlo.
—Mmm...— Dijo Erik contra mi hombro. Me rodeó con sus brazos y se quedó recargado perezosamente contra mi.— ¿No tienes algo qué decirme?
Me tensé y puse una de mis manos sobre su brazo.
¿Debería mentir? Desde un principio no quise decirle hasta que estuviéramos en un lugar seguro, no quería preocuparlo o hacerlo sentir más presión, pero el tono en el que Erik me había hecho la pregunta, aunque suave, estaba lleno de significado, de que me equivocaría si me atrevía a mentir.
— ¿Aren te lo dijo? — Pregunté entonces.
—¿Qué? — Erik mordió con suavidad mi hombro.— Dilo, Milenka.
Presioné mis labios en una línea fina y después los liberé para hablar.
— Estoy embarazada.— Dije.— Creo que es reciente, se retrasó mi periodo por tres días y me hice una prueba rápida en la mañana antes de tomar el avión.
Erik guardó silencio. Me puse nerviosa y pasé mis dedos por su antebrazo varias veces, esperando que dijera algo, pero no lo dijo.
—No estás feliz.— Dije no cómo una pregunta, sino como un hecho. Él había tenido una reacción muy diferente cuando le conté lo de Aasiya.
—Estoy preocupado.— Erik respondió con un suspiro al final.— Debemos volver, visitar a tu ginecologa...— Se detuvo.
— ¿Erik? — Pregunté cuando él no volvió a hablar. Me quise dar la vuelta, pero él no me dejó, quitándome la oportunidad de ver su rostro y tratar de saber que estaba pensando. Lo sentí poner su frente en mi hombro.— ¿Erik?
ESTÁS LEYENDO
Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...