— ¿Qué haces? — Me acerqué a él con la resortera en mi mano y una piedra en la otra. Estaba buscando insectos para cazar, pero me quedé en medio al verlo sentado en el barandal del balcón.— La abuela se va a enojar si te caes.
Él dejó de mirar hacía abajo y luego me miró, sus ojos azules muy parecidos a los de mi hermano mayor bajaron la mirada hacía mi atuendo y luego arrugó su entrecejo. Bajé la mirada hacía mis zapatos negros enlodados y mis medias blancas con medio patio embarradas en ellas.
—Métete en tus asuntos.— Él dijo con brusquedad, una a la que no estaba acostumbrada.
— ¿A quién le hablas así? ¿Sabes de quién soy hija? — Pregunté dando varios pasos más hacía él.— Mmm.— Lo miré con más atención cuando se puso de pie y me miró hacia abajo. -- Tienes la estatura de mi primo Mattia, ¿Tienes la misma edad? — Miré alrededor.— ¿Qué haces en casa de la abuela? ¿Y tus papás?
— ¿Por qué hablas tanto? — Él preguntó.— ¿No te enseñan en tu casa lo bueno de saber callarse?
Negué.
— ¿Qué pasa contigo? — Le pregunté.— Si tus papás te quieren, escuchan tus palabras, ¿A ti no te pasa lo mismo?
Él se rió.
— Que absurda.— Dijo y me rodeó para irse, pero me sujeté de su manga.
—Espera, tú... estoy aburrida. Juega conmigo.
—No.— Él quiso seguir alejándose, pero me colgué de él.
—Juega conmigo, juega conmigo, juega conmigo...— Insistí.
—Que no.— Él insistió y yo me sujeté con más fuerza de él.
—¡Que si! — Grité.
— ¡Suéltame, maldita pulga! — Él presionó mi cabeza hacía abajo.
No cedí.
— ¡No! — Él me sacudió y yo lo mordí.
— ¡Argh! — Él gritó.— ¡Está bien! ¡Está bien maldito engendro del demonio! ¡Voy a jugar contigo!
Lo solté y sonreí.
— ¿De verdad? — Él se pasó la mano por el cabello y luego miró su pierna con rastros de saliva en sus pantalones.
—Si, de verdad.— Dijo con un suspiro final.
***
— Cuidado.—Me agaché de inmediato a las palabras de Alvize y esquivé una hoja que Dante había soltado al avanzar primero por ahí.Miré la espalda del mayor de los gemelos con una pizca de resentimiento porque casi me golpeaba y luego volví a mis pensamientos anteriores, dónde podía refugiarme en mis recuerdos de infancia cuando iba a visitar a la abuela y conocí a un amigo que ya no podía recordar con mucha nitidez.
Ni su nombre, ni su tono de voz o su rostro.
Muchos de mis recuerdos de ese entonces estaban fragmentados y mi abuela dijo que al final de mi entrenamiento sufrí un pequeño shock que hizo que olvidara muchas cosas, pero curiosamente desde que había puesto un pie en este lugar estaba comenzando a recordar algunos fragmentos.
Podría ser que no tuvieran relación alguna, pero por otro lado me intrigaba mucho pensar que podría recordar la identidad de mi primer amigo.
Presioné mis labios en una línea fina y después los liberé, concentrandome en la cadencia de mis pasos y mi estabilidad sobre la tierra húmeda, siendo consciente de que el sol se había comenzado a hacer de extrañar con la aparición de nubes de tormenta sobre el, oscureciendo el panorama y anunciando una horas inquietas.
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Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
RomanceLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...