Capítulo 9: No es sumiso y lo sabes.

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La noche inicio fría y se sintió todavía más intensa cuando bajé del automóvil colocando mis botas de tacón alto negro y de cuero, logrando que sonaran las cadenas, estabilizándose cuando soportaron mi peso para ponerse sobre la alfombra roja.

Salí por completo y ajusté mi traje, así como mi apoyo con el bastón que usaba para este tipo de ocasiones. Tomé las miradas de algunos Doms en la puerta, permitiéndose un respiro del ambiente interior con un cigarrillo en sus manos.

Mis labios rojos se estiraron en una silenciosa sonrisa y moví la correa entre mis manos de manera distraída hasta que los pasos se detuvieron cerca de mí y él estuvo a mi lado. Me di la vuelta hacía Aren Ostergaard, mirándome con un brillo de rebeldía en sus ojos desde que le dije que si quería acompañarme como mi sumiso debía de obedecerme.

Me acerqué a él y tomé su nuevo collar que no debería de haber sido suyo y lo acerqué a mi, ajustando el broche de la correa blanca en él.

— Quién lo diría...— Susurré.— Que el futuro rey de Dimark podía caer tan bajo.— Ajusté las orejas postizas de color blanco sobre su cabeza que se veían extrañamente bien en contraste con su cabello rubio y me burlé sujetando la correa.— Todavía puedes irte, príncipe.

Los ojos de Aren Ostergard brillaron antes de que sonriera hacía mi.

— Guau.— Hizo con sus manos un gesto de un perro levantando sus patas ante mi y me guiñó un ojo.

Se me borró la sonrisa y levanté mi labio inferior furiosa.

Totalmente descarado.

Había tratado por todos los medios conseguir a otro sumiso, pero los pocos que había conocido que podrían ayudarme estaban ocupados en sus propios asuntos y así, no me quedó otra opción que llevar a Aren Ostergaard como mi sumiso.

Me pasé las últimas horas explicándole las bases de lo que necesitaba saber para no arruinarlo, pero él siguió molestándome para que practicara con él y se me ocurrió tratarlo como un perro para que se asustara y se olvidara definitivamente de mí, pero él era simplemente imposible.

¿Es qué este niño tenía nervios de acero? Para empezar en todo el tiempo que le dije en qué consistía el mundo del bdsm estuvo más intrigado que horrorizado, haciendo mil preguntas como un niño pequeño y no se había alterado por más escandaloso que fuera el comportamiento dentro del mundo.

Ni siquiera era mi comportamiento habitual el de tratar a un sumiso así, pero este príncipe me estaba sacando de mi línea personal. Me provocaba y me volvía loca en el mal sentido de la palabra.

Lo odiaba tanto que me estaba desviando de mis propios juegos habituales porque no había otra manera en que pudiera alejarlo de mí, pero, ¿Por qué no funcionaba?

Cada vez más molesta jalé con ira la cuerda en su cuello para conducirlo por el camino hacía dentro y un momento después hice una mueca, castigándome a mi misma mentalmente por lastimarlo sin que fuera realmente necesario, pero no me disculpe, solo controlé mi fuerza y caminé por el largo camino desde fuera de la mansión francesa hecha de arquitectura barroca que demostraban la gran fastuosidad del pasado monárquico del país.

Las columnas de la mansión eran parte de la gran decoración, iluminadas artificialmente con luz blanca en los lugares correctos, conformando una composición de tres secciones que tenían toda la atención de un lugar central, donde se desarrollaba la fiesta y podía verse el lujo en todo su esplendor.

¿Lo suficiente para mostrar el estatus de una sociedad de individuos con el suficiente dinero como para celebrar un tipo de evento con características muy especiales? Si. No había nada más atractivo en el mundo que algo que fuera tan controversial como el sexo y la dominación absoluta.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora