Pasé una toalla húmeda por el rostro de Erik dormido, se veía muy pacífico. Como en medio de un sueño tranquilo, su tez había mejorado bastante después de que le hicieran dos transfusiones de sangre por la que había perdido con la bala que atravesó su hombro, pero aún así apenas se había despertado dos veces para tomar un poco de agua y gelatina antes de volver a caer en el sueño.
Maxim decía que era normal, pero para mi era inevitable seguir preocupándome por cualquier mínimo cambio.
Dejé la toalla a un costado y tomé su mano, estaba fría así que la frote entre las mías.
Eran pocas las veces que había visto a Erik enfermo y la mayoría de ellas eran resfriados menores en los que se había recuperado rápido, pero esta vez no era cómo él. Besé el dorso de su mano y seguí frotando.
— ¿Sigue dormido? — La voz de Aren a mi espalda sonó cansada.
— Si.— Respondí y me giré hacía él.— ¿Cómo van los preparativos para irnos?
— Bien.— Dijo, sentándose del otro lado de la cama de su hermano.— Todo estará listo para mañana a primera hora. Volveremos a Dimark.
— ¿Se acabó? — Le pregunté.— Me parece una extraña pesadilla el tiempo que estuvimos aquí.
— Fue extraño.— Aren dijo, mirando a su hermano con expresión preocupada.— Pero me hizo darme cuenta de muchas cosas, Milenka.— Puso sus manos sobre sus rodillas.— Cómo el hecho de que no puedo odiarte, ni a Erik. La manera en la que se comunican y cómo se preocupan por el otro es algo muy especial. Por mucho tiempo me sentí resentido con Erik porque era mejor que yo en todo, porque nunca podría igualarlo, pero tenías razón al decir que fui un irresponsable al poner ese peso sobre sus hombros. Yo soy el hermano mayor y debo de comportarme como tal, debo ayudar a Erik en lo que pueda para disminuir sus cargas y estoy dispuesto a hacerlo, pero también a dejarte ir. Te deseo lo mejor al lado de mi hermano, Milenka. Sinceramente.
Sonreí.
— Y tú no eres tan malo, Aren.— Dije.— Fui ruda contigo por resentimientos pasados y lo siento por eso. ¿Qué te parece si lo olvidamos?
— A mi me parece bien.— Ambos nos giramos hacía la cama, dónde estaba Erik mirándonos con una ligera sonrisa. Me puse de pie de inmediato y lo ayudé a incorporarse, Aren me ayudó del otro lado, para minimizar la carga de su peso.
— ¿Cómo te sientes? — Le pregunté.— ¿Tienes sed?
— Estoy bien.— Erik dijo.— Solo avergonzado por convertirme en una carga.
— No eres ninguna carga.— Dije de inmediato, provocandole una sonrisa más amplia.
— Parece que ya te ves mejor, ayer te veías como un muerto.— Dijo Aren.— Pudiste haberte ido a audicionar para una película de zombies y conseguir el papel de un vistazo.
Erik se rió.
— No espero repetirlo.— Dijo.
— Y no lo harás.— Dije de inmediato.— Puro trabajo de escritorio para ti a partir de ahora.
— ¿Se supone qué ese es un premio? — Se burló Aren.— No sé tú, hermano, pero a mi me parece que te acaban de encerrar.
—Vale la pena.— Erik respondió.— Deberías intentarlo en el futuro.
Aren hizo una mueca.
— ¿Casarme? Por favor, no me desees el mal. Seré el eterno soltero y el tío rebelde de la familia. Así cuando Aasiya crezca podré solapar cada una de sus escapadas.
— Haz eso y podrás enfrentar las consecuencias.— Le amenacé y Aren incrementó su sonrisa.
— ¿Ves esa violencia? — Aren me apuntó con el dedo y miró a su hermano.— Me hace sentir atacado, dile algo.
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Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)
Roman d'amourLe habían dicho a la reina Ostergaard que la soñaron en una isla en medio de una elección entre un tiburón y un ave, pero, ¡No pensó que sería literal en una isla! Milenka Ahmad había elegido a Erik Ostergaard después de que las cosas salieran muy m...