Capítulo 33: Llegar, causar estragos y luego irse.

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El suceso en la gala de paz internacional en Rusia explotó los desacuerdos internacionales entre diferentes países.

Lo más importante fue buscar culpables y de inmediato se señaló a Rusia cómo uno de ellos, ¿Por qué?

El presidente Sergeev no apareció en el salón San Jorge, cómo si supiera lo que acontecería y en segundo lugar, se culpó a Cantlea, por la nacionalidad del líder de seguridad que inició el ataque y que pertenecía al país. Aunque claro que decidieron ignorar que ese hombre no había vivido en el país en los últimos siete años.

Cuando se desató el caos y los disparos, Aren me tomó del brazo y me sacó del lugar, su sujeción fue fuerte, pero me mantuvo cubierta con su propio cuerpo hasta que su guardia personal nos rodeó y nos llevó hasta la salida. Después, cuando me dejó en la habitación siendo custodiada se retiró para la reunión de emergencia que se llevó a cabo entre los líderes que no habían sido afectados.

Las tensiones se calentaron y él había estado muy molesto cuando regresó. Le pregunté qué había pasado, pero no me quiso decir nada y al regresar a Dimark desapareció para hundirse en su oficina y reunirse con todos los secretarios y jefes de gabinete.

Ya habían pasado cinco días y aún no lo había visto mucho, así cómo tampoco tenía muy clara la situación en la que estaba el país. En ese tiempo no me quedaron más opciones que extender mis disculpas a las participantes por la ausencia de Aren y pedirles su paciencia hasta que él tuviera tiempo para comenzar a salir con ellas.

Esta mañana las había invitado a pasar tiempo después del almuerzo conmigo en el salón de música. Sin embargo, posterior a menos de dos horas la mayoría de ellas había encontrado una excusa u otra para volver a sus habitaciones.

En la habitación quedaban cuatro.

Astrid Sondeborg, usando un vestido amarillo se encontraba poniendo su atención en su teléfono celular y atendiendo las redes sociales en su estancia en palacio en medio de un en vivo, comentando las comidas y externando sus preocupaciones por él país y su majestad el rey que parecía muy ocupado y que por eso no había podido verlas.

Freya Aarhus, manteniendo su estilo fiel a una falda negra larga de cuero y una blusa blanca parecía entretenida jugando ajedrez con la condesa Davinia Ass, echando vistazos a Astrid con los ojos entornados y una leve molestía cuando ella giraba la cámara hacía dónde estaba.

Signe Krierstersen usando un vestido azul oscuro con un cinturon negro en la cintura estaba cerca de la ventana con un libro sobre su regazo, tratando de permanecer lo más alejada que podía del resto de ellas. Ella era la más callada de todas y parecía que no tenía ningún interés en competir con el resto, pero a pesar de ello, se quedaba a mi lado. En realidad, me parecía muy dulce.

Por mi parte, estaba revisando mi trabajo y de vez en cuando paraba para iniciar una conversación banal y saber más de ellas.

La puerta se abrió a las cuatro de la tarde y los aperitivos aparecieron siendo colocados a mi lado y del de las señoritas en cuestión, era nieve y estaba personalizado según los gustos de cada una de ellas.

El mío era de fresa y coco. Tomé el vaso de cristal y dejé los papeles a un lado para poner mis dedos sobre la cuchara y llevar la nieve a mi paladar. Era dulce y muy fresco para un día de verano.

Erik siempre había preferido el coco por encima del sabor de la fresa, así que cuando compartimos el helado, él tomaba las de coco y yo terminaba con las de fresa. Ahora tenía que consumirlas todas yo, pero me traía alegría poder seguir recordandolo en pequeños momentos del día. Aunque cada vez comenzaba a doler menos, aún así seguía estando presente en mi vida y no creía que alguna vez pudiera desaparecer.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora