Especial: ¿Puedo confiar en ti, Iridiana?

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Iridiana Marcel

— Y ahora que estamos todos aquí reunidos, puedo preguntar.— Andros Monaco levantó el envoltorio de un panecillo de chocolate abierto.— ¿Quién demonios se comió mi ganso?

Me llevé la mano a los labios para esconder la risa.

— Si lo dices así...— Comencé.— Lo último que pensaremos es en el pan que tienes en la mano.

— Aunque esa es también una pregunta recurrente que debe de hacer a sus tantas conquistas después de sus noches de diversión.— Brena dijo, apoyando sus talones en el suelo y moviendo su cuerpo sobre la silla móvil ligeramente a la derecha y a la izquierda, jugando.

Andros miró a su hermana y luego entornó los ojos.

— ¿Fuiste tú, verdad? — Le apuntó con el pan mordido a la rubia de ojos ámbar que puso una falsa expresión de inocencia.— Abre la boca, Bren. Si veo una sola parte de mi pan, voy a colgarte de cabeza en la ventana.

Brena retrocedió en la silla hasta ponerse detrás de Rory y el pelirrojo sonrió, pero dejó que la mejor amiga de su novia se pusiera detrás de él para usarlo de escudo.

—Solo es un pan, hombre. Relájate.— Roderic dijo, extendiendo sus manos hacía los costados.

—No es "un" pan, es "el" pan que metí al congelador para comerlo exactamente a 2 grados, esperé el tiempo requerido y preparé mi latte. No es el pan, es mi valioso tiempo perdido en él.— Andros levantó el pan al techo, mostrándolo como una prueba de su ofensa.— No me importa que te escondas, Bren. O que la defiendas, Rory. Solo miren lo que voy a hacerle al imbécil que se atrevió a morder mi pan.

— ¿Y si fui yo? —Andros saltó al mismo tiempo que todos nos incorporamos en nuestros asientos y hacíamos por levantarnos, pero Erik, cerca de la puerta y recargado contra el marco, sonrió levantando su mano e indicándonos que nos quedaramos sentados.

— No hay nada que se pueda hacer.— Andros dijo, bajando el pan y colocándolo en el escritorio.— No lo deseaba tanto.

Erik aumentó su sonrisa, divertido y se dirigió hacía la mesa central, encendiendo el programa y esperando que iniciara. Roderic se puso de pie y se acercó a la mesa, colocándose a un costado de Erik.

— Inicie un nuevo programa, lo refraccioné y le di a Liz el acceso a más de tres organizaciones de inteligencia más.— Levantó un dedo.— Francia.— Un segundo dedo.— Canadá.— Y un tercero.— Y Polonia. Ahora ya no tienen secretos para nosotros.

— ¿Y qué hay de Cantlea? — Erik preguntó recargando sus manos en el borde, mirando el logo de nuestra inteligencia artificial creada por Rory y poniendo sus ojos en los de él.

— Tienen buenas barreras cibernéticas.— Dijo Roderic.

— ¿En serio? — Preguntó Erik.— ¿Lo has intentado?

Rory desvió la mirada y prefirió no mentir, así como tampoco admitir su falta al no cumplir con lo que Erik había pedido.

— Hay una videollamada de Frederick Ostergaard entrando.— Liz, la inteligencia artificial dijo.— Para Erik.

— ¿Tan rápido? — Andros se acercó, interesado. Hice lo mismo, llevando mis manos a mis bolsillos.— Esperaría que estuviera Monserrat aquí para cuando él se diera cuenta.

Erik frunció el ceño.

— Responde, pero bloquea el video de este lado.—Dijo.

La videollamada se proyectó.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora