Especial: ¿Por qué no buscas un amante?

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----- Tres años después -----

Viveke Leodac

— Viveke.

—Mhh.

— Viveke.

— Cinco...— Me quejé.— Minutos... más.

— Quédate una hora si quieres, pero yo no tengo cinco minutos más.—Abrí un ojo con reticencia y levanté la barbilla para ver hacía arriba, dónde podía ver el cabello alborotado de Roderic y sus ojos del color del acero que esperaban pacientemente a que terminara de despertar.

—Buenos días.— Sonrió.

Fruncí el ceño.

— ¿Por qué me has despertado? — Pregunté de mal humor.

—Tengo trabajo que hacer y necesito mi brazo.— Él respondió.— Es parte de mi cuerpo.

Me incorporé, soltandolo y me pasé la mano por el cabello. Estaba muy enredado y mis dedos se quedaron atorados muchas veces. Bostecé, todavía con mucho sueño mientras Roderic se sentaba en la orilla de la cama y movía su brazo en círculos adelante y hacía atrás para desentumecerse.

Reprimí una sonrisa y me moví hacía la orilla para colgar mis pies, todavía medio dormida.

— Podrías volver a dormir.— Él dijo, poniéndose de pie y dirigiéndose al cuarto de baño para cepillar sus dientes y comenzar a prepararse.

— ¿Y perderme el desayuno con mi suegra? — Cuestioné siguiéndolo y luego parandome a un costado suyo, en el segundo lavado para tomar mi cepillo rosa y colocar la pasta de dientes en el.— ¿Cómo podría privarme de tan exquisita compañía?

Roderic me lanzó una rápida mirada y luego metió su cepillo a la boca, comenzando a lavar sus dientes. Por los dos minutos siguientes ninguno habló y después ambos tomamos caminos separados hacía nuestros armarios.

Mi secretaria había dejado un conjunto preparado la noche anterior para mis actividades del día. Tenía un proyecto que entregar en la universidad y después de ello continuaría con mi agenda convencional. A las ocho de la noche volvería para cenar con Roderic y después terminaríamos teniendo alguna recapitulación del día.

Me coloqué una falda de tubo larga por debajo de las rodillas de color blanco con una blusa manga larga cerrada y un corto saco de color negro, los tacones altos de aguja también eran negros. Elegí un collar sencillo de perlas y aretes a juego, para cuando regresé para hacerme cargo de mi cabello, Roderic ya había terminado y estaba ajustando los gemelos en sus mangas.

— Deja, lo hago yo.— Dije, interrumpiendo sus movimientos para ajustarlos. Rod se había peinado hacía atrás, su traje era gris, logrando que sus ojos destacaran más. Mismos que al principio, al conocerlo, por la poca luz, había pensado eran oscuros.

— Podría decir que estás indispuesta.— Él sugirió.— Y desayunamos juntos después de la reunión con tu hermano.

Sonreí.

— ¿Y volver a despertar rumores? — Negué, terminando con un puño y siguiendo con el segundo.— Olvídalo. Ya estoy preparada para la charla del día de hoy. Creo que esperara que al menos me siente para mencionarlo. Si tengo suerte se va a atragantar con alguna de sus pasas y me evitará la molestia de pensar en las mejores maneras de envenenar a alguien sin que salga en la autopsia.

Roderic se rió.

— Si necesitas otra cabeza para pensar, no dudes en contactarme.— Dijo.

— Eres el uno en mi marcación rápida.— Terminé y lo miré.— No hay manera en que me dejes con todo el trabajo a mi sola, ¿Verdad?

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora